29/6/08

Dibujitos inocentes de Melandri


27/6/08

I beg your pardon & I wish I was in New Orleans - Tom Waits



Dos de mis muchos temas favoritos del claroscuro Waits (colado al final, Frankie's wild years)



I beg your pardon

I'm just a scarecrow
without you
baby please don't disappear
I beg your pardon dear

I gotta a bottle
full of trumpet
a hatbox full of drum
I beg your pardon dear

I got upset
I lost my head
I didn't mean
the things I said
You are the landscape
Of my dreams
Darlin' I beg your pardon

I'd give your Boardwalk
And Park Place
And all of my hotels
I beg your pardon dear

Please don't go
back to St. Louis
Can't you tell that I'm sincere
I beg your pardon dear


26/6/08

En una cerilla


Durante un remate náutico en El Tigre compré un viejo cofre que había pertenecido al legendario G. L. Castlestone, capitán del Admiral, barco mercante inglés de fines del siglo XIX. Al llegar a casa sonaba el teléfono con una inoportuna llamada que me hizo postergar y olvidar el cofre. Recién cuando fui a la cocina a servirme un café lo vi abandonado en el vestíbulo. Lo puse sobre el escritorio. Al sacudirle el polvo choqué el hombro con la repisa y se le vinieron encima unos ejemplares de bolsillo de Conrad y Ficciones. Forcé el candado con cuidado (la llave se hallaba perdida) y al abrirlo -no esperaba joyas, alguien ya hubiera dado cuenta de ellas antes- encontré otro tesoro (un diario con hojas faltantes) entre mapas inexactos consumidos por la humedad. De ese diario les traduzco algunas páginas.

"... cuando el viento había amenazado con abandonarnos. Finalmente las velas se amodorraron al caer la tarde, dejándonos a una deriva mansa. Luego de cenar subí a cubierta a beber ron en la clandestinidad de estribor y vi. como la noche cerrada había borrado los límites del horizonte. Sentí que flotaba sin rumbo sobre el universo, solo, sin retorno posible; pero mis meditaciones se diluyeron al escuchar el suave golpe del mar contra el casco del St. Elmo y las carcajadas de unos hombres que se me acercaban. La pesada palmada en el hombro era de O'Brian quien me sacó la botella, bebió y rió. A mi izquierda, Zagen que aparecía y desaparecía en la nube de su pipa dijo que nos sentáramos, que quería contarnos un sueño que había tenido la noche anterior, que ya había separado las tinieblas de lo inverosímil, que se trataba de una revelación. Hacía tiempo que había descubierto las tretas de Zagen para no morir en la hoguera: cuando quería contar algo cierto pero increíble, hacía de cuenta de que nos contaba un sueño extraño, O'Brian, apoderado definitivamente de mi botella le hizo un gesto irónico, pero de todos modos nos sentamos sobre cajones casi en círculo, el que tuvimos que agrandar cuando se sumó el Sr. Ariston, uno de los suboficiales.

Estaba yo en mi habitación, comenzó Zagen, cuando alguien llamó a mi puerta. Al abrir mi sorpresa fue breve, pues estaba en un sueño, pero se trataba de un selenita, Qué tribu es esa, he recorrido todos los mares y jamás he oído nombrarlos, interrumpió O'Brian, Son los habitantes de la Luna, ignorante, le dijo Ariston, y todos reímos menos Zagen que prosiguió, Hablaba nuestra lengua con cierta dificultad pero nos entendimos; me contó sobre su planeta -nuestro satélite- pero no recuerdo nada, sé que las maravillas eran moneda corriente pero no recuerdo los detalles, le pregunté cómo había llegado hasta aquí y me respondió que con su cohete espacial, similar al que utilizó Verne en sus páginas, pero más pequeño, apenas había lugar para él, que por cierto era más bajo que un pigmeo. Le ofrecí té pero amablemente me dijo que no tenía mucho tiempo y que debía regresar no sin antes llevarse el conocimiento humano consigo, Le hubieras dicho que te leyera la mente y se habría ido en un santiamén, rió O'Brian ya borracho, Déjelo continuar, le regañó Ariston, En el sueño, dijo Zagen, le propuse ir a la Biblioteca de Londres, que allí estaba la suma del saber del Hombre, Bien hecho, aprobó Ariston, Allí fuimos, las calles estaban desiertas pues, como les previne, se trataba de un sueño. Al llegar y contemplar los numerosísimos volúmenes el selenita dudó y me dijo que le era imposible llevarse semejante cantidad de materia en su estrecho habitáculo, pero luego de hojear un libro me dijo que ya tenía la solución -era evidentemente muy inteligente-, que nuestra escritura constaba de de solo 26 signos, más el espacio, la coma y el punto; los números no existían pero seguramente estaban escritos con letras, Como en la biblioteca babélica, agregó Ariston, Si Usted lo dice, aceptó Zagen, soltó una bocanada de humo azul y continuó, me dijo entonces que sería relativamente sencillo, que bastaba asignarle a cada letra un número y que su límite, espacio, coma y punto se representarían con uno, dos, tres o cuatro ceros respectivamente, Ya me perdí, balbuceó O'Brian, Bebe y no hables más, le dije, sigue Zagen, Entonces le pregunté qué haría con esa clasificación, me sonrió y sacó un dispositivo (device), una especie de lente esférica en miniatura de su chaqueta (todo era diminuto en él) que luego de ajustarlo con las instrucciones de conversión, al pasar el ojo de cristal por la superficie de las páginas, siguiendo el orden, palabra por palabra, renglón por renglón, cada letra, espacio, coma y punto serían instantáneamente convertidos en números, Explícate, pidió O'Brian interesado de a ratos, Si bien es trabajoso no es difícil, a la letra A le asignas el 01, a la B el 02, a la C el 03, el espacio es 00, la coma 000 y el punto 0000, a la Z el 028 y así (recordemos que el cero está reservado para el límite de cada letra, el espacio, coma y punto), de modo que la expresión AVE CESAR se codificaría así -tomó un carbón y escribió de memoria en la cubierta-: 010240500305021010190, pero cuando se disponía a revisar todos los libros me dijo que eran demasiados y que el tiempo apremiaba. Aceptó mi recomendación de realizar el trabajo sobre los 29 tomos de la Enciclopedia Británica, la última, la de 1911, que era un fiel y pormenorizado catálogo del saber terrenal.
Mientras repasaba página por página con velocidad inusitada le pregunté para qué debía reemplazar letra por número y me explicó que la lente solo podía acumular números en el orden de lectura y su resultado por un tiempo breve, Todo era breve en tu sueño, Zagen, se burló O'Brian pero éste hizo caso omiso, escupió unas hebras de tabaco por la borda y dijo, Le pregunté también qué haría con ese guarismo que iba tomando dimensiones increíbles -entre tomo y tomo le pedí inspeccionar el aparato y vi dentro de la lente contra un fondo nebuloso (parecía en ese momento una bola de adivinación) una hilera colosal de números- y me respondió con suma calma que ya llegaría el momento, Me gustaría contarles mis viajes con el verdadero capitán Ahab, Ya cállate, O'Brian, le gritamos Ariston y yo, Y así, al terminar con la última página me informó que para concluir la tarea necesitaba un segmento no muy grande de materia, Una cerilla servirá, le pregunté y al enseñársela sonrió afirmativamente y advirtió que el número desaparecería pronto, que debíamos actuar con rapidez, Ahora, dijo, hay que transformar este número natural en real, y agregó mentalmente un cero y una coma delante del primer número encogiendo semejante abismo a un infinitésimo, Y ahora qué, le pregunté, me pidió la cerilla, la revisó, la apoyó sobre la mesa, memorizó el número en la bola y su mutación en número real (me previno que por pocos segundos pues su memoria era tan poderosa como corta) y de un movimiento trazó con una punta invisible una marca imperceptible para nuestros ojos casi en el extremo del palillo, al terminar dijo con satisfacción, Ya puedo irme, todo el conocimiento humano está aquí, dijo señalando la leve y minúscula cerilla, Pero es que no entiendo, le dije, Es simple, el segmento tiene su principio en 0 y finaliza en 1; nuestro número completo -terriblemente cercano a cero- está donde yo hice la marca; cuando regrese a Selene nuestros precisos instrumentos de medición revelarán el número que representa cada signo de los 29 tomos de tu enciclopedia condensados en la marca en la cerilla -tal como se lee una regla metrada-, luego invertimos el proceso que aquí realizamos por medio de nuestros... (aquí la escritura se ha borroneado, es absolutamente ilegible, pero no es complicado ni esencial inferir qué dirá)..., repondremos el código original; finalmente una imprenta reproducirá tu voluminosa Enciclopedia Británica que será alojada junto a la de otros mundos en nuestra Gran Biblioteca, luego desperté.
Zagen, dónde dijiste que estaba el ron, maldito, refunfuñaba en sueños más planos O'Brian, Asombroso, dijo Ariston.
Yo tuve un sueño parecido hace dos días, dije, pero el viento golpeó las velas con vigor y cada uno tuvo que ocuparse de sus..."

Es obvio que el curioso selenita no pudo transcribir la enciclopedia: la materia está sujeta a contracción y expansión según la temperatura, entre otros factores. Esa astilla de madera, aunque estuviera hecha de sueños, no pudo escapar a estas leyes universales.
Habrá otros errores; yo no los he detectado.
Al decodificar bien pudo resultar un disparate o la Verdad, pero nunca aquella Enciclopedia Británica de 1911.

Blogoslavia, 2008.

25/6/08

Para matar el tiempo (summer tale for winter)


Un calor inmundo, vacaciones en la ciudad, y a ella que se le ocurre salir a ver vidrieras, que no sé qué quiere comprarse, que estar en casa la ahoga, yo sé lo que quiere y es verlo a él, Voy con vos, le digo y le arruino el estofado, disimuló la cara de culo con un, Bueno, dale, vestite por lo menos, y aunque no soporto el calor me levanté del sillón, me llevé por delante las latas de cerveza vacías, fui al dormitorio, me puse una camisa azul y un pantalón de lino.

Ya vas a ver, pensaba yo, ya sé a dónde querés ir, primero vamos a comprar unos hilos de color para despistarme y luego, ay, que casi me olvido de buscar el paño en lo de, ... Comprar unos hilos de color,... ay, casi me... buscar paño... en lo de...

Conoce a mi marido, le pregunta, Ah, no, mire, mucho gusto, le tiembla la voz, está nervioso el imbécil, a ella le brillan los ojitos, Sí, mucho..., Éeeeste es mi hijito, saludá a los señores, nene, Tiene el paño, Ah, sí el paño, acompáñeme, Querido, ya vengo, esperame aquí, y desaparecieron tras el cortinado de terciopelo rojo que daba a no sé dónde, a la fábrica de cuernos, ya vas a ver.

Nene, qué mirás, qué querés, andá con tu papá, Por qué no tenés pelo, vos, Porque pienso, nene, por eso tu papá tiene mucho, Por qué te faltan esos dientes a vos, Porque, porqueeeee, como se me rompió el serrucho para cortar fierro tuve que usar la boca para partir una viga del tren, querés que te corte las uñas de los dedos, Nooo, jaja, Y ese caballo de juguete, Es mi juguete preferido, Entonces te gustan los de verdad, Sííí, Te gustaría subirte a uno, Sí, sí, sisisisisisisí, Decime cuánto te gustaría, Muuuuuuuuuuucho, Nada más que eso, Nooooo, muuuuuuuuuuuuuuuuuuuchooooooo, Te gustaría subirte a uno ahora, sí, o no, Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiií, por favor, quiero ya ya ya, dónde está, dónde está, dónde lo tenés escondido, dónde, dónde, Dame tu caballo de juguete, Tomá, ahora mostrame el caballo de verdad, dónde está, dónnnnnnnnnnnnnnnndeeeeeeeeeeestáaaaaaaaaaa, dóooooooooooooondddd, quiero el caballo ya ya ya ya ah ah, dame ballo, birme allo, ya ya, cabaaaaaaaaaaallooooooooo, ico icooooooooooooooo, cabllo, cbllo, cllññoooooooo, galpolar con el ballo, tortar tortar, cbllo, caballoooo, CABALLOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, locoballo, pagolar, al trotre al trotre, doooooóoooonnnnnddd, dame, dame, dameloooooo, subime al caballo, ya ya ya yaya aha ah aahquiero caballo, gapolar con el cabello, billo, ballo, do do donnndéeeeeee, donnnnddd, Qué se yo dónde está, yo sólo te pregunté si te gustaban los caballos, Sí que me gustan, son lo que más quiero, Ah, bueno, Bueno, qué, Nada, NADA QUÉ, el caballo de verdad, A mí, no hay nada que me interese menos que los caballos, ENTONCES, Qué querés, nene, El caballo de verdad, dónde está, Qué se yo, yo solo te preguntaba, para matar el tiempo, sabés.

Agarré el caballo de juguete y se lo partí al medio con los dientes sanos que me quedaban y se lo tiré al suelo. El taradito comenzó a llorar desconsoladamente, como si lo estuvieran cortando al medio con una sierra.

Aparecieron de pronto detrás del telón, más acalorados que el inmundo calor, rojos, alarmados no sé por qué, el lloriqueta mariqueta del hijo, las ropas se notaba que habían sido arregladas hacía segundos.
Me encogí de hombros y sonreí, el otro berreaba tirado en el suelo intentando unir su estúpido juguete.

Cuando sonreíste tenías sangre en los dientes, me dijo fuera de la tienda, Es la piorrea, pero los que quedan resisten, creo que todavía podrían cortar limpiamente una falange o dos de la mano de, Qué cosas asquerosas decís, Ya vas a ver esta noche mi bella durmiente, pensé y saboreé mi sangre mezclada con el sudor que se me colaba por las comisuras porque ya casi no tengo cejas para detener la transpiración de mi cabeza, todo es culpa de ella, ya vas a ver, ya vas a ver, mi amor.



24/6/08

Sicalipsis - etimología



Significa ‘picardía o malicia referente a temas sexuales’.
Este vocablo fue formado arbitrariamente por yuxtaposición de las palabras griegas sykon (higo) y aleipsis (frotar, untar) con base en alguna idea que dejamos librada a la imaginación de cada lector.
Decimos ‘arbitrariamente’ porque la palabra no nos llegó por cierto desde el griego sino que aparece registrada por primera vez en el anuncio de una obra pornográfica publicado en 1902 en el diario El Liberal, de Madrid. El uso más frecuente no es el sicalipsis sino más bien del adjetivo sicalíptico que, más allá de la definición académica reseñada al comienzo, significa ‘obsceno’ o ‘pornográfico’.





22/6/08

Tom Waits Press Conference

21/6/08

Deus ex machina


Qué hace que consideremos a un texto literario como bueno o malo (útil o innecesario), es quizás la segunda pregunta que todo lector gourmet alguna vez se hará (la primera sería qué cosa confiere literaturidad a un texto*).

Un texto literario tiene al menos dos ingredientes fundamentales: el qué se cuenta (bien ¿y Ud.?) y el cómo se cuenta.

De esto se desprende que una historia puede estar bien narrada mientras que la trama es mala y viceversa; cada vez que escribo me pregunto qué es preferible, y creo que narrar mal es más imperdonable que un argumento malo.

Cuando comencé a escribir, allá por 1997, creía que escribía aceptablemente y que mis temas eran geniales. J. Panesi padeció la lectura de mis primeros cuentos a los que piadosamente criticó más o menos así: Tu prosa es elegante pero tus tramas son muy deus ex machina.
Genial, me dije. Luego me pregunté, qué es deus ex machina, y después vi el pero y algo malo presentí. Busqué en Google qué era el famoso deus ex machina y arrojó la siguiente definición:
Deus ex machina es una expresión latina que significa «dios surgido de la máquina», traducción de la expresión griega «απó μηχανῆς θεóς» (apó mekhanés theós). Se origina en el teatro griego y romano, cuando una grúa (machina) introduce una deidad (deus) proveniente de fuera del escenario para resolver una situación. (...) Actualmente es utilizada para referirse a un elemento externo que resuelve una historia sin seguir su lógica interna.
Lo que el buen JP quiso decirme sin que me desmoralizara era que mis tramas eran forzadas, pésimas, ¡justo aquello que yo creía digno del Nobel de literatura!
Pero era lo que necesitaba de una vez por todas, alguien que me dijera que lo que escribía no era bueno o útil (está bien, está bien, para qué sirve la literatura, no importa, uds. me entienden), pero no irremediable.
Hoy sé que el único camino para escribir bien es escribir y leer a otros, o leer a otros y escribir, en el orden que quieran.
Así se evoluciona, no sé para dónde, pero sí puedo decir que uno toma distancia crítica, se da cuenta de que hoy no escribe igual que ayer, que ya superó ciertos vicios (aunque esté ahora preso de otros). Comparen los textos tempranos de cualquier autor con los de su zenit, caso Borges o García Márquez o su primo Macaya y después me cuentan.

Si bien no creo haber superado mi tendencia a la deusexmachinidad pongo todas mis ganas en contar bien, en notar el detalle perdido antes que la salida original.
Elevar a la excelencia una situación insignificante por medio de la narración era uno de los dones de Kafka, quien ni siquiera escribía en su lengua materna sino en aquella imperial que lo oprimía.
Una pequeña historia bien contada se convierte en grande, una gran historia mal contada es difícil de hallar, generalmente se la considera mala historia o un pecado.

Endemientras, sigo escribiendo.
Algún día seré un consumado e irremediable mal escritor; entonces los dejaré en paz y me dedicaré por fin a ejercer la proactividad.

*El intento de respuesta a la primera pregunta salió publicada en Magma Arte Junio/Julio 2008.



18/6/08

Asíntota - etimología


Según los diccionarios, es la recta que se aproxima permanentemente a una curva, sin alcanzar a tocarla nunca, o haciéndose tangente sólo en el infinito. Sin embargo, muchos matemáticos suelen aplicar este nombre en sentido inverso, es decir aplicándolo a la curva que se aproxima a una recta para tocarla sólo en el infinito. En el fondo, es lo mismo.
Asíntota proviene del griego asymptotos (que no cae junto, que no coincide), formada con el prefijo privativo a- con el adverbio sym (juntos o con) y con un derivado del verbo piptein (caer).
Curiosamente, una palabra de significado tan lejano de asíntota como el término médico síntoma tiene el mismo origen, pues procede del verbo sympiptein (coincidir juntos o coincidir con), en este caso, en el sentido que se da al conjunto de síntomas que coinciden en el diagnóstico de una enfermedad. Sympiptein dio lugar en latín tardío a symptoma y llegó a nuestra lengua proveniente del francés symptome.



15/6/08

peter capusotto-bombita rodriguez 09/06/08

13/6/08

De marinerita


Me despertó el olor penetrante de mi padre.
Entre rancio y dulce, siempre lo tuvo, desde que recuerdo. Era estar a su lado y sentir náuseas. No sé como Mamá lo soportaba: andaba encogida, buscando refugio en cualquier sombra, hablaba en voz baja (aunque él no estuviera) para no alterar sus breves e inestables períodos de parca ironía (no lograba nunca el sosiego). Le temía, le temíamos. Nunca había que contradecirlo. Según Mamá, los largos años en la marina mercante habían forjado su firme carácter, Navegó los siete mares, decía con una sonrisa temblorosa.
Un día, cuando yo tenía 5 años (hoy, qué curioso, no puedo recordar mi edad, aunque tengo vello púbico) Papá se apareció con un regalo para mí, un vestido de marinerita. Mamá, desde la cocina, se llevó el dorso de la mano a la boca, limpió la otra en el delantal y se arrinconó para seguir cortando lágrimas en la cebolla. Yo no comprendía.
Al cumplir los 6 años Papá determinó que siempre vestiría de marinerita y que no fuera a la escuela jamás, que en casa había suficientes libros. Crecí sin salir de casa y sin amigos. Entre los libros que me dieron había uno, Como me hice monja, que por más que lo releía no lo entendí jamás, aunque algo tenía, no sé.

Cuando a Papá le daba la furia -cualquier cosa lo enloquecía, hasta una pelusa en la alfombra- me encerraba en mi cuarto y podía escuchar los gritos ahogados de Mamá que se entrecortaban hasta cesar abruptamentente. Yo salía de mi cuarto cuando llegaba el silencio (Papá dormía) y veía a Mamá cojeando. Cuando ella me cruzaba me acomodaba el vestido de marinerita, hacía visera con la mano y torcía la cabeza para que no le viera la cara. Siempre tenía que acomodarme el vestido y yo me preguntaba en qué modelo se basaba el sastre: definitivamente, el vestido de marinerita no era para mi cuerpo. Al mirarme en el espejo me veía rara, pero terminé por acostumbrarme.
Pero las peleas más frecuentes con él las tenía por las noches. Ahora sé que eran por mí. Hasta que vino la primera vez creo que Mamá le ponía algo en la grapa de después de cenar. Lo atontaría y lo desalentaría (pero nunca de descargarse con ella). Sin embargo, una noche la descubrió. Mamá estuvo en su cuarto varios días sin salir, en realidad, creí que no saldría nunca.

Nunca supe bien quién entraba primero en mi cuarto, si él o su olor rancio y dulce. Sería el olor del mar que no lo habría abandonado, me preguntaba cada vez.
Me puse a temblar bajo las sábanas, apretando bien las piernas, los codos contra las costillas, las manos juntas sobre el pecho y él no decía nada pero se acercaba, ¿su olor? ¿él?...
Se sentó en el borde y deslizó una mano por debajo de las sábanas hasta encontrar mi camisón (también de marinerita), lo levantó y subió los dedos húmedos por mi muslo hasta descalzarme de un tirón. Sentí sus dedos meterse en mí, tironear de mi parte hinchada (no sé por qué me pasó), yo estaba paralizada. Un ruido furtivo (tal vez una rata en el tejado) lo distrajo y yo reaccioné y salí corriendo de la habitación. Al pasar por el pasillo creí ver a Mamá arrastrándose pero yo iba como loca y Papá que me gritaba desencajado y ordenaba que volviera de inmediato a su lado, me gritaba puta, puta, maricón, yo no entendía nada, solo quería huir de ahí, de él. La puerta principal no tenía llave (¡increíble!) y dejé la casa por primera vez en años. Papá me perseguía con la cara enrojecida (ahora no gritaba por consideración con los vecinos) cuando llegué al borde de un barranco que la noche no me dejaba ver su fondo.
Papá se me vino encima con su olor (o su olor primero), tropezó y nos caímos y nos caímos y nos caímos.

Eso es todo lo que recuerdo.
Estoy postrada hace tiempo en esta cama de hospital, instituto, clínica, como quiera que se llame. Dicen que no volveré a caminar, tampoco a hablar. Solo puedo mover los ojos.
Papá no vino nunca a visitarme, dicen que murió en el accidente y Mamá viene cada vez menos.

Ariel, me avisa la enfermera, lo vienen a visitar.

Tuve pánico al sentir -primero que nada- la presencia invasiva del inolvidable olor rancio y dulce.
Pero (¿pero?) era Mamá. Tenía una expresión diferente, no sé como explicarlo. Se sentó a mi lado y de su bolso sacó un paquete y de él el vestido de marinerita.
Te acordás, me preguntó con una sonrisa entre boba y no sé, los ojos mirando cualquier cosa a través de mí.
Comprendí que algo andaba mal, ¿cómo se explica que Mamá no se diera cuenta de que el vestido de marinerita ya no me quedaría, que yo ya había crecido?

11/6/08

Kit para convertirse en Dios


Aunque se mantuvo en secreto (hasta hoy) encuentro necesario denunciar que los sistemas teológicos impuestos oportunamente por el hinduísmo, judaísmo, cristianismo, islamismo, etc., han caducado en el último tercio del siglo XX.

Si Ud. cree que estoy equivocado o loco y asegura ser aún un fervoroso devoto de alguna de las arriba mencionadas religiones, lamento informarle que se trata de un reflujo ilusorio, un efecto colateral de la adicción al ácido litúrgico.

En 1970 la Verdad le fue revelada a Harold von Braunhut, científico e inventor nacido en Tennesse pero de origen alemán, quien luego de un minucioso estudio decidió lanzar al mercado el Kit para convertirse en Dios.

El Kit, que se vendía en todas las tiendas por sólo U$S 20.03, constaba de una atractiva cartulina impresa al que se adosaban tres sobres, una mini-cuchara y un catálogo con las instrucciones de uso, todo recubierto por un blíster plástico.
El primer sobre tenía impreso el número 1, se llamaba "Preparador de agua" y explicaba que su contenido (una especie de verbo que separaba luz de tinieblas) propiciaba el medio ambiente ideal para los pequeños huéspedes contenidos en el sobre nº2.
El sobre marcado con el número 2 contenía el denominado "Plasma viviente" que era donde se encontraban los huevecillos en estado latente.
El tercer y último sobre impreso con el número 3 era el alimento para los seres creados por este nuevo dios.

La campaña publicitaria de Instant Life (así se bautizó inicialmente al producto) se basaba en que al convertirse uno mismo en Creador se esperaba que el nuevo Dios atribuyese un carácter emocional e inteligente a estos seres-mascotas.
Para ello se promocionó un catálogo de accesorios y estanques especiales, p.ej.: un parque de diversiones-estanque con montaña rusa, rueda de la fortuna, etc., donde las mascotas podían divertirse.
Otro accesorio curioso era la pista Derby en la cual los sea monkeys (así fueron llamadas finalmente las mascotas) fungían como caballos de carrera y competían entre sí (fuente: wikipedia).

Estos animalitos -hoy lo sabemos- fueron cuidadosamente diseñados genéticamente por el Profesor Braunhut, de modo que su evolución tuviera un ritmo vertiginoso.
En menos de 40 años los sea monkeys se adaptaron, salieron de sus estanques y hoy conviven con nosotros los descendientes de Adán y Eva.
Aunque gran parte decidió irse a vivir a las profundidades del océano, otros -de inteligencia sensiblemente inferior- decidieron quedarse y son los que han alcanzado puestos importantes en empresas de primera línea y también en política.

Tal vez sea prematuro aseverarlo -no está dicha la última palabra aún-, pero convertir a Dios en objeto de consumo para ejercer sus poderes cósmicos de manera múltiple no fue una buena idea.

6/6/08

Islas, perros, aves o uruguayos - etimología


Canario


Muchos creen que las Islas Canarias deben su nombre al simpático pajarito cantor que los ornitólogos llaman Serinus canarius, que es oriundo de ese archipiélago español.

Sin embargo, fue la canora avecilla la que tomó su nombre de las Islas y lo divulgó a las más variadas regiones del mundo.

El primer registro que existe de la palabra canario en lengua española es de Fray Luis de Granada, hacia el año 1580.

Como gentilicio, canario se aplica no sólo a los habitantes de las Islas sino también a los vecinos del departamento de Canelones, en el Uruguay, que fue poblado inicialmente por inmigrantes provenientes del archipiélago.

Lo cierto es que el nombre de las Islas Canarias ya tenía unos 15 siglos de antigüedad en los tiempos de Fray Luis de Granada y no proviene del de ninguna ave, sino de un cuadrúpedo: el perro. En efecto, en el siglo I de nuestra era, Plinio el Viejo narró una visita a las islas del rey de Numidia, Juba II, quien se sorprendió por la gran cantidad de perros que allí había.

El rey volvió a su tierra llevándose una pareja de estos perritos y, además, denominó a este lugar Insula Canaria, en latín, Isla de los Canes.




Adverbios argentinos


Cuando a un argentino se le demanda hacer algo y responde ahora va, o ya va, póngale la firma a que lo solicitado no se realizará.
Tal vez se deba a la conjunción mágica de los adverbios ahora, ya, hoy y el verbo ir, que neutralizan en estas pampas toda posibilidad de acción.

En la oficina:
¿Cuándo me van a arreglar la PC?
Ya va.
¿Ya entregaron la mercadería? Está pedida hace 10 días.
Ahora va.
¿Fuiste al correo?
Ahora voy.

En casa:
¿Sacaste los perros a dar la vuelta?
Ya voy.
¿Podés sacar la basura?
Ahora va.
¿Cambiás la lamparita del baño?
Ya va.

Hay una explicación gramática.
Y tiene que ver con la forma de futuro propio del español del Río de la Plata.
En España, el futuro puede enunciarse así: ahora iré.
En Argentina, decimos, ahora voy a ir, ahora voy a hacer, (a ver, etc).
Al contestar ya voy, o ahora va, se confunden los tiempos verbales del presente con los del futuro (truncado, pues le faltan la preposición a y el infinitivo hacer o ir, etc. para constituirse futuro), los pronombres, el tipo de acción a realizar, logrando así el eterno postergador argentino una especie de impunidad y excusa ante el reclamo de la solicitud incumplida.

Sin embargo, el peor adverbio con el que le pueden contestar es mañana.
Con esta respuesta olvídese de todo: mañana nunca llega.

Curiosidades del rapsoda


Hay una corriente de historiadores que niega la autoría de Homero sobre La Ilíada y La Odisea.


Sus detractores dicen que si no fue Homero, fue alguien con ese nombre.

5/6/08

Extremaunción



Creí que hoy ya no despertaría, pero al ver esa puerta herrumbrosa al final del sueño supe que al traspasarla entraría en la vigilia de mi último día.

Hace días que estoy postrado en esta cama de hospital y aunque no me lo han dicho, ya he sido desahuciado; los médicos ya no vienen a verme, las enfermeras finjen no saber nada, cada vez me cuesta más respirar, y esa tos...
Pero hoy lo supe. Hoy es mi último día.

Días atrás, cuando lo sospechaba, me propuse recordar el pasado de mi larga e inútil vida.
Ahora solo me queda esperar a que pasen estas breves horas.
No pocas veces me pregunté cómo sería estar muerto; ahora lamento haber dejado de creer en Dios.
Pero ahora, mientras respirar es una proeza, me pregunto, no sin terror, el momento en que deje de existir. Me intriga horriblemente pisar el borde último de la vida, y si allí el sufrimiento llegará al máximo, si aquel último dolor me lo llevaré a cuestas para siempre.

Sé que moriré cuando salga la primera estrella.
Pero aún puedo ver un pequeño reflejo del sol que se cuela por la cortina.

Mis manos tienen las venas hinchadas, azules, acaso mi cara tendrá ese color ya.

Creer en ese Cielo me pareció siempre ridículo; la vida en la muerte es una contradicción, por más pobre que haya sido la existencia, su negación no puede albergar nada.

Sin embargo, yo que sobreviví las dos Guerras he presenciado la muerte de otros. Recuerdo sus agonías en los campos de batalla, en las trincheras, mutilados, gritando, llorando, hasta que hacen un gesto, una mueca, una mueca con todo el cuerpo, abren los ojos, una última inspiración y pareciera que algo invisible les atraviesa el pecho para arrancarles la vida. A dónde se la lleva, pensé todas aquellas veces, qué hace con ella, tal vez la desmenuza entre sus dedos hasta reducirla a una mínima chispa que se ahoga en sí misma.

La tarde se llevó el resplandor y siento frío. Estamos en invierno. Pronto todo terminará. Recuerdo. Buscar en el pasado es visitar sin saber -como diría G. Ludwig- la materia de la cual estamos hechos y que a su vez es tan convencional y arbitraria como la palabra.
Tanta gente muere todos los días, a cada instante, tantas veces el universo y el tiempo se aniquilan...
Pero con mi muerte, y de eso no me cabe duda, todo lo que para mi existió desaparecerá conmigo.
Luego de un instante muy largo pude enviar algo de aire a mis pulmones.

Han encendido las lámparas al principio del pabellón, las mías, que estoy al fondo solo, no.
Tal vez por piedad; en ese caso lo agradezco.
Vuelvo a toser.
No puedo hacer que el aire vuelva.
Los minutos pasan y ya no tengo reflejos. Nada viene a arrancarme la vida, ni siquiera eso.
Estoy suspendido en un instante mientras me siento colapsar.

Veo el borde.


2/6/08

Cha Cha Cha - Batman - Convención de Batmanes del Mercosur

Peter Capusotto - Rock vs. Policía

1/6/08

Gulasch con Spätzle a la Tante Helena



Las raíces de mi genealogía se remontan a Checoslovaquia, Austria, Rusia, Italia; de Hungría tengo una rama lejana con un brote casi insignificante aunque de carácter vigoroso: fue la tía Helena, quien allá por los '70, cada vez que íbamos de visita con mis viejos me saludaba odiosamente retorciéndome los mofletes al son de, Oy oy oy oy qué chico tan lindo.

Pero tenía una virtud: cocinaba de puta madre.

Pasó el tiempo y yo crecí, o ella se encogió, y no pudo estrujarme más la cara y comencé a quererla un poco más hasta que se murió hace ya varios años.

Cuando envejeció lo bastante como para merecer cuidados la hija, que vive en USA, se la llevó con ella pero la vieja era un cohete y llamaba un viernes para decir que llegaba el lunes para quedarse en casa de mis viejos por un mes, así como así.

Y la vieja Helena tenía un carácter bravo, enloquecía a mi vieja durante ese mes, un sargento, mandona pero de cariño sencillo. Crió a mi viejo cuando quedó huérfano. Sufrió la Primera Guerra, el hambre. Se salvó, como casi toda mi familia, de Adolf y sus muchachos al venirse para estas pampas en el '30.

Hoy voy a vindicarla con la receta para cocinar Gulasch con Spätzle que le pasó a mi vieja y que ella me pasó a mí.

El Gulasch es un guiso de carne que se combina con unos ñoquis (gnocchi) que no son ñoquis, son Spätzle, ¿me entiende?

Sigo insistiendo en que la comida campesina es la mejor, sencilla, poderosa, matahambres.
Hecha con lo que hay en el campo, con lo que crece fácil y abunda, con lo que den los animales.
Hay calderos hirviendo al fuego eterno, paredes ahumadas, el olor de la leña, las manos sucias.
La comida campesina se comienza a hacer temprano y en grandes cantidades. Precisa mucho tiempo de cocción para ablandar las carnes duras y los vegetales, también para realizar otros quehaceres hogareños paralelos: en el campo el tiempo, como la comida, nunca se desperdicia.

Llega entonces el campesino con la tierra encima, hediondo de corral, se lava un poco, toma un trago de alcohol (Schnaps, tal vez) y ella, con las mejillas regordetas tiznadas, las trenzas rubias para atrás y el saco de lana, porque hace frío, siempre, y sirve la cena.

Gulasch para 4 personas

5 cebollas
1 kg de carne vacuna sin grasa (nalga preferentemente)
250 gr de panceta (tocino - bacon)
Páprika (pimentón picante)
Pimentón dulce
1 lt de caldo de verduras o carne
Opcionales: hongos, 1/2 lt de vino tinto

Preparación

En una olla grande saltar las cebollas picadas finas en aceite de oliva hasta que se pongan traslúcidas (no doradas). Luego agregar la carne y panceta cortada en dados. Remover bien y agregar el pimentón picante y dulce (para darle color). La cantidad de picante es a voluntad y tolerancia de los comensales.
Sal y pimienta negra.

Una vez que la carne se cocine apenas por fuera, agregar el caldo (y el vino, si optan por él).
Dejar hervir a fuego lento, como el caldero suspendido sobre la leña.
El secreto del buen Gulasch es que la carne quede tierna. Como la mejor calidad no siempre es accesible para todos los bolsillos, si la carne que consiguieron no es muy tierna dejar hervir y hervir y hervir. Dicen 2 horas, yo diría 3 o 4. Déjenlo bullir lentamente, como el druida Panoramix.

Pueden empezar a hacerlo el día anterior y darle otro hervor una hora antes de comer.
Nota 1: Los hongos -setas- se agregan una vez que ya hirvió al menos 1 hora.
Nota 2: Mi versión apóstata incluye ajo, curry picante y picante mexicano.
Nota 3: Se le puede agregar al final de la cocción crema de leche, pero le va bajar el nivel de picante.
Nota 4: Se le suele agregar una cucharada pequeña de maizena para espesar la salsa.
Nota 5: No le pongan queso rallado (¿por qué? porque sí! no se hace).
Si es que sobra, guardar porciones para el freezer. Cuanto más tiempo pase mejor se pondrá.

Este guiso se complementa con los ya mentados Spätzle (4 personas), originarios del sur de Alemania.

Para los germanoparlantes pueden ir aquí.

La masa es sencilla, como la de los panqueques pero más espesa.
Mezclar:
500 gr Harina
5 huevos
Sal
150 -200 ml Agua

Cuando la masa fluya lenta y sin cortarse através de un colador o espumadera se habrá alcanzado el punto justo de su consistencia.
Tomar la masa y esparcirla sobre un tabla. Con un cuchillo largo cortar la masa en tiras longitudinales. Luego, apoyar la tabla sobre la olla y cortar transversalmente en tiritas con el cuchillo y "barrerlas" al agua hirviendo. Cuando los spätzle suben a la superficie están listos para ser retirados con la espumadera y acumulados en un bol para servir con el Gulasch.

En realidad, como este método es muy trabajoso, la mayoría opta por:

1. Utilizar un utensilio que consta de una prensa con perforaciones por donde se escurren los benditos e indómitos spätzle de manera sencilla. Se consigue en Alemania y Austria con seguridad.
2. Comprarlos hechos o enlatados -solo en Europa sajona, en Argentina no los hace nadie, salvo, creo, Steinhäuser y a pedido-.
3. Reemplazarlos por ñoquis (gnocchi) o fideos, pero se los aseguro, no es lo mismo.
4. Como húngaro no sé, en este sitio alemán alguien pregunta si se puede comer Gulasch con arroz. La respuesta que le dan es que sí y que también se puede comer con papas y fideos. Que todo le va bien al Gulasch. Pero claro, los opinólogos son alemanes a quienes el Gulasch no les pertenece. Habría que ver qué dicen los húngaros...

Also, guten Appetit!