26/11/09

Y tú tú tú

Suena el teléfono (y tú no estás) y atiende.

Hola.
Quién es.
Sí.
Quién habla.
Soy yo.
Sí, sí, sí, pero...
Sí, sssí.
No, no, no, claro, pero..., per...

Ahora solo escucha. Se sienta, parece que va para largo. Apoya los codos sobre las rodillas y escucha. Mira para abajo con el auricular pegado a la oeja, como si quisiera metérselo adentro del oído. Parece que el tono de quien le habla no se sobresalta, no varía. Solo habla. Y habla. Le habla. No para de hablar. Él menea la cabeza, asiente, niega, frunce el ceño, se angustia, ahora quiesiera llorar a gritos pero no puede. Se sienta en el suelo, junta las rodillas contra la barbilla y escucha, se acorrala en la esquina de la sala y esconde la cabeza debajo del brazo. El auricular está tan apretado contra la oreja que le sangra un poco, un poquito nomás. Se muerde los labios y su rostro enrojece: parece que está por explotar, los ojos se inundan, intenta llorar pero al abrir la boca solo le cae un hilo de baba, como una palabra muerta en almíbar.
Quien le habla sabe muy bien, le habla, habla, blaha, balah,albha, labha, bahla sin variar el tono, siempre así, milimétrico y él se returce, los dedos y los tendones se le agarrotan.
Un nudo en la garganta de aquellos que no se desatan con nada (sus lazos son una sopa amarga y espesísima que le paralizan el habla, él no habla, escucha solo, solo)

No cortes, por favor, no, no, nu, ne, ni...



...



Puf, qué olor de mierda.
Es olor a muerto; ya te vas a acostumbrar, pibe.
Ahí está, debajo de la mesa.

21/11/09

De la dominación

No sin cierta dificultad etílica logra finalmente abrir la puerta.
Afuera el nuevo día reverbera; algunos pájaros -los de siempre- que cantan sobre el rocío.
Adentro, las persianas bajas, un tufo a encierro y fastidio y ella que está sentada en el sillón mirando a la puerta con los brazos cruzados: a aquella por la que él está entrando en puntas de pie.

-Son las seis la mañana, ¿me podés decir dónde estuviste?
-Fuimos a cenar y...
-Hasta las seis de la mañana. Vos te creés que yo soy pelotuda.
-Pero no, mi amor, qué decís.
-Confesá que estuviste haciendo hasta las seis de la mañana.
- Son menos... veinte. Faltan...
-Encima borracho. Sos un hijo de puta. Vení para acá. Vení para acá, te digo, que te parió.

Él se acercó hasta el sillón y ella con la cabeza a la altura de su cintura le bajó el cierre y los pantalones con violencia. Con desprecio y una asepsia casi médica ella acercó la nariz a su pubis y luego -siempre sin tocarlo- bajó husmeándole el miembro y los testículos, por delante y por detrás.

-Vos estuviste cogiendo con otra.
-Que no.

La sangre le brotaba a borbotones de la mordida implacable, inesperada, mientras él gritaba y se retorcía en el suelo.
Fue al baño, escupió en el inodoro, tiró el depósito, se enjuagó la sangre y volvió a su cuarto.
Cerró con llave.
Los gritos cada vez se oyeron menos.
Hasta que dejaron de oirse por completo.
Un poco antes pudo recuperar el sueño perdido.
Y soñar.

8/11/09

Etiqueta - etimologías



Es el nombre del protocolo o ceremonial que 'se debe guardar en las casas reales y en actos públicos solemnes', según explica la Academia en la primera acepción de su diccionario. Esta añeja definición no es muy diferente de la segunda, que se refiere 'a la ceremonia en la manera de tratarse las personas particulares o en actos de la vida privada'. La palabra proviene del francés étiquette, lengua en la cual este vocablo se emplea desde el siglo XIV. Tanto en francés como en español, el término significa también 'rótulo que se adhiere a un objeto para identificarlo'. Este último es anterior al que mencionamos en primer término; en la corte de Carlos V, el ceremonial seguía una serie de reglas que permanecieron inalteradas durante un siglo, puesto que estaban establecidas en etiquetas (rótulos) cuyas indicaciones se seguían rigurosamente paso a paso.

En francés, étiquette se había derivado de estiquette y provenía de stikkan que, en la lengua de los francos, significaba fijar un cartel con una noticia en un lugar público. Étiquette pasó también al inglés ticket, que inicialmente significó 'anotación breve' y que hace algunas décadas ingresó a nuestra lengua bajo la forma tique, con el sentido de 'billete' o 'boleto'. En inglés también sticker (etiqueta adhesiva).


Aprenda latín y postúlese para emperador romano

Ubi leonis pellis deficit, vulpinam induendam esse

«Cuando falta la piel del león, es preciso tomar la del zorro» Significa que cuando falta fuerza para cumplir algún propósito, es preciso recurrir a la astucia. (Fedro)


5/11/09

Penitencias para lavar pecados según la Santa Iglesia Blogoslava de Jesús en los días de jolgorio y gomías

A continuación, nueva versión (mal traducida) del Penitentia, nomenclador de las vías expiatorias de injurias veniales, promulgada por el Papa Cacho VII de la Santa Iglesia Blogoslava de Jesús en los días de jolgorio y gomías.



1)
Pecado: Ver cómo alguien desea la mujer del prójimo.
Penitencia: Un ladrillazo en los huevos (el pito no, es inocente - sic Lamborghini) y rezar un Rosario-Córdoba en tren bala.

2)
Pecado: Presenciar que alguien se hornee la nariz, saque el pancito, lo haga bolita con índice y pulgar, lo manduque a escondidas y con fruición.
Penitentia: Taponar las fosas nasales con wasabi y rezar un Ave Mayonesa.

3)
Pecado: Observar a varios individuos navegando una canoa inestable que soporta la mitad del peso.
Penitentia: ahogo en bañadera y esperar a que Di Caprio venga a redimirlo.

4)
Pecado: Oír blasfemar.
Penitentia: maniatar al oyente y empujarlo contra una escalinata de mármol de modo que sus dientes estallen contra algún peldaño y rezar un Actimel.

5)
Pecado: Delatar el abandono de sorullos en el inodoro.
Penitentia: comerse el sorullo abandonado como si fuera un cubanito y hacer buches con agua de Alibour (qué cruel esto último).

6)
Pecado: Percibir que alguien sale a la calle con la cabeza descubierta.
Penitentia: apedreo y ejecución dejando caer un piano desde un séptimo piso sobre el perceptor.

7)
Pecado: Apiadarse de los deformes y/o pobres.
Penitentia: aceptar una relación laboral que lo explote y rezar veinte George W. Bush.

8)
Pecado: Presenciar un robo.
Penitentia: Amputación de manos, luego clavarle cañitas de bambú candentes debajo de las uñas y rezar nueve Carlos Menem.

9)
Pecado: Sorprender a uno amándose demasiado (masturbatio furibundis)
Penitentia: sumergir las palmas de las manos en higos de tuna y rezarle a la abuela.

10)
Pecado: Votar al clan Kirchner.
Penitentia: no tiene perdón de ningún dios. Ejecución directa con motosierra (partición corporal)

3/11/09

Modern love

Me gusta despertarme con la persiana levantada y ver el amanecer o mejor, ver caer la lluvia.
Tanto mejor si estás a mi lado.
Me gusta despertar junto a vos, abrazarte, rodearte, protegerte, apretar tu cuerpo perfecto contra el mío.
Me enloquece que accedas a que te toque en cualquier momento, aún cuando estás dormida.
En unos instantes haremos el amor, mi vida, ya casi estoy listo.
¿Serías tan buena de traerme un vaso con agua?
¿Cómo para qué? Papi tiene que tomar la pastillita azul, sino no puede durar duro tanto tiempo.
Ah, y ya que estás prepará café.
Está bien, está bien, tenés razón: para cuando lo tomemos va a estar frío.
¿Tantas ganas de guerra tenés? Sos una insaciable.
Tenemos que ir a hacer las compras luego. Ya sé que no me podés acompañar. Pero un día, nos vamos a animar y vas a ver que sí, todo va a cambiar.
¿Que te traiga un disfraz nuevo? Sí, sí. A ver, ¿cuál? El de enfermera ya te lo compré el mes pasado, la colegiala hace dos semanas y el viernes pasado el de secretaria. ¿El de mucama? ¡genial!
Mmm, está haciendo efecto.
A trabajar, mi vida. Baje y chupe, vam' vam', así, ssí.
Ya estás húmeda vos, perrita...
Dale dale dale dale así dale daledaledale le dal ealde aaaa nnnhhh

...

Qué bueno que coincidamos en todo, ¿verdad amor?

¡Mierda y la reputamadrequelosparió, malditos chinos, se pinchó!

1/11/09

Allá arriba

Corro la alcantarilla, asomo la cabeza con cuidado y respiro el aire fresco de la 5ta Avenida y Suipacha.
Inevitable como todos los días a esta hora, siento la horrible presión de los pulgares de la luz de la tarde en mis pupilas acostumbradas a la oscuridad dilatada.
Esta vez nadie me señala ni dice, Miren aquel nauseabundo vagabundo: todos miran hacia arriba (a alguno se le cae el sombrero pero no le importa y deja que el viento se lo lleve).
Un lustrabotas intenta contarle a un ciego gesticulando y apuntando al cielo.
Allá arriba, lo que hay, es un rascacielos, el Empire State, para más precisión.
Colgado del pararrayos del último piso hay un gigante.
Mira hacia abajo. Supongo que nos mira a nosotros que lo miramos.
Debe medir (...); sí, alto como 10 pisos. Se agarra con una mano y gira sobre la torre. Parece un loco. Me hace acordar a King Kong. Pero eso fue en los años 20. ¿Pasó de veras, o era una película? La verdad es que nunca se supo. Quedó como el gran mito americano "el gorila gigante del islam". El gobierno lo invoca para conseguir más presupuesto de guerra. El mes pasado, sin ir más lejos... ey, saltó en el aire y aplastó de un aplauso al avión militar que lo revoloteaba y le hacía señas para que desista y descienda.
Ahora grita y los vidrios de las vidrieras han estallado. Mis cabellos greñosos quedaron ordenadamente peinados hacia atrás, como si hubiera viajado 1000 millas en una Harley a fondo y sin casco (obvio, sino adiós metáfora).

¿Usted entiende lo que dice, señor? ¿qué quiere el gigante?

Es increíble, nadie quiere hablar con un vagabundo; como que lo fuera a infectar. Y ustedes dependen de lo que yo les cuente, que bien puede ser mentira, pero no les queda otra que creerme. ¿Que se están aburriendo? Caramba, qué poca paciencia. Lo que pasa es que están tan acostumbrados a los efectos especiales que ya nada les sorprende. Les cuento que hay un gigante colgado del Empire State y (de nuevo) todos piensan en King Kong y no les parece sorprendente lo que les estoy contando. Hubieran preferido naves extraterrestres, tal vez; olvídenlo: desde los lamentables y embarazosos incidentes de Pennsylvania y Daytona Beach prometieron no volver nunca más a este mundo. Si algo tenía esta gente era determinación (nos queda de recuerdo de su visita la (...)).

Para que vean que no soy un mentiroso les describiré al gigante que está cada vez más inquieto.
Tiene cabello oscuro y bigote como Clark Gable.
Viste un traje gris plomo, camisa blanca, corbata roja, zapatos negros, medias blancas (espantosa combinación).
Tiene caries en las muelas anteriores: lo comprobé cuando abrió su bocota para gritar.
Dientes amarillos (debe fumar... ¿dónde consigue los pitillos?).
Un pañuelo en el bolsillo del saco... no, no es un pañuelo porque se mueve y agita los brazos: es una mujer, rubia y está histérica (no es para menos: los bolsillos no son adecuados para trasportar gente). Habrán tenido una historia de amor, seguro (pobre él).
Mi nombre es Thomas Colt, los vagabundos nauseabundos también tenemos nombre.
Yo fui un rico corredor de bolsa de Wall Street (Av. Corrientes y Washington St.) hasta que un día... eh, eh, bueno, bueno, no hace falta ponerse violentos, les sigo contando sobre el gigante y la chica: siguen ahí.

Eee, no.
Ya no están.
Ah, ese ruido terrible de hace instantes era...
Eran...
¿Murieron los dos?
Él, sin embargo, todavía respira.
Ya no, tiene razón.
Quién limpiará toda esa sangre, eh.
Bien, eso es todo.

Ahora vamos a investigar la basura para una cena como dios manda (ya cacé una rata que parece cuis, muy sabrosa, recomendable, muchas proteinas).
Hasta aquí llego: solo escribo cuentos de una página.
(Bueno, che, me pasé unos renglones, nada más).