30/5/11

The best disguise ever

Ya era tarde en la redacción del diario, casi todos se habían ido, el olor algo agresivo de los desinfectantes en el agua que utilizaba el personal de limpieza le hicieron arder un poco los ojos. Se quitó los pesados anteojos, se presionó los lagrimales con los dedos y continuó con la escritura. Estaba algo contrariado pues no encontraba la palabra adecuada para terminar la crónica.

María arrastraba con pesadez el trapo limpiador sobre el piso de mármol se escurría el sudor con las manos cada vez más seguido, el calor del verano no cedía en la ciudad y a esa hora, los acondicionadores de aire de "El Planeta" se apagaban.

"¿Concupiscente?, mmm no.", se preguntaba, respondía y se acordaba de Luisa todo a la vez.
La empleada entró al box contiguo para vaciar los cestos de papeles y casi no le prestó atención: la luz y su postura inclinada sobre el monitor de la computadora no le dejaban revelar quién era.
"¿Displicente?, tampoco. ¿Consuetudinario?, no no y no.", por un momento perdió la calma y dio un puñetazo sobre el escritorio. Cómo era posible que él, el mejor, el que estaba por encima de todos, tan cercano y distante a Nietzsche al mismo tiempo, no pudiera encontrar la palabra adecuada, justa, acaso quirúrgica y, por qué no, rimbombante metáfora para terminar su artículo; luego era salir a disfrutar la noche cálida, pensar en ella, imaginarse volando los dos por las nubes del amor (romanticismo melifluo pero literal).

María se quedó petrificada a la entrada de su oficina. El balde cayó de su mano y empapó el suelo y la alfombra.
"Destino", dijo y cruzó la vista para observarla atónita. Luego miró su alrededor y vio el escritorio partido en dos por su golpe. Eso no fue lo peor: en el suelo bañados en agua desinfectante estaban sus lentes de marco grueso. En vano se abalanzó sobre ellos: el rulo renegrido y engominado le había caído sobre la frente desnudándolo para siempre.

Apenas eludiendo la imposibilidad de verbalizar, María se quitó la mano traspirada de la boca y balbuceó:
"¡Sr. Kent, esto es horrible: Ud. es Superman!"