27/4/10

La 16500

Entró al baño como las 16135 anteriores (las primeras 365 no pudo hacerlo por sus propios medios). Habrá tardado otras 1095 para verse en el espejo (en puntas de pie y haciendo alguna que otra morisqueta). Habrán cambiado los escenarios (se mudó de casa una veintena de veces) y los espejos (su forma, no el contenido).

Pero recién hoy, la 16500 sin sol aún, sintió el piso demasiado frío bajo sus pies y que algo había cambiado: por supuesto, era él (el contenido del espejo).
Hacía años que tenía canas (tempranas) y que el cabello le estaba en retirada silenciosa; lo sabía perfectamente, no era un idota, pero fue durante el comienzo de la 16500 que se dio cuenta.
Ya algo sospechó durante el verano anterior cuando el cuero cabelludo se le quemó donde antes ni lo hubiera imaginado.
Pero ya dijimos que se ha dado cuenta e inspecciona su rostro con detenimiento, como si se tratara de una máscara que está pegada sobre la piel tersa y elástica que predominó hasta, aproximadamente, la 10950.
Entrecierra los párpados y las arrugas se le escurren hacia las sienes.
Abre la boca y verifica que tiene las muelas víctimas de una vendetta, las encías amagan reducirse y que los dientes han tomado un color amarillo pálido aunque dejó de fumar hace unos años y que utiliza el cepillo y crema dental adecuados.
El cuello está firme todavía pero no cree que llegue a la 18250 con todo el colágeno que lo mantiene tenso por ahora.
Recordó cuando se jactaba de poder vivir el tiempo vivido al menos cuatro veces si no le ocurría nada antes.
También cuando redujo ese tiempo a dos vueltas.
Hoy, la 16500, cree que con los avances de la ciencia podrá llegar a la 32850 pero que de nada valdrá porque para entonces, si no vuelve al estado de las primeras 182 (es decir: mearse y cagarse encima) la cabeza no le va servir para mantener ni una conversación ni una erección: las neuronas no son renovables; dios lo quiso así (tu dios).
Las manos le sudaban sobre el lavabo, inútil negar un poco de angustia, ya soy grande, pensó.
El agua caliente comienza a empañar el espejo y sus ojos se le esfuman tras la gota de plata.
Rápidamente pasa la mano por el vidrio y recobra su mirada: está bien, ya no es tan azul como lo fuera hasta la 12775, algo descolorida, pero, caramba, tiene determinación, con destellos de cansancio, sí, pero tiene determinación.

Hoy no se afeita.
Cierra la salida de agua, se viste y sale a la 16500 tarareando algo de The Who.
Sos antiguo, le dijo ayer el Negro.
Chupame un huevo, le contestó.

5 comentarios:

Tufí Memé dijo...

¿Quén se metió en MI baño y miró MI imagen en el espejo? ¿Cómo se enteraron de MI conversación con MI amigo el negro?

El Burgués Apóstata dijo...

ego omnipotente sum.
ve en paz, hijo mío.
ego te absolvo.
pero antes date una vueltita por la sacristía que tenemos unos pebetes de jamón y queso...

Luis Alberto dijo...

¡Walter! A tu lejanía se extraña la literatura.
¿Sigue en tratativas el taller?

El Burgués Apóstata dijo...

hola luis!
el taller está poco probable por el momento.
mandame un mail y hablamos.
abrazo!

Anónimo dijo...

A las primeras 365 ni siquiera eres capaz de reconocerte...¿De todos modos cuentan?