Casi al final de principios de año un etiope que buscaba algo que cazar (comida) entre los matorrales descubrió, por azar, claro está, la entrada al Jardín. Antes de que pudiera decir nada el ángel que custodia por siempre sus puertas lo hirió en la sien y parte del omóplato izquierdo con su espada de fuego eterno. El terror le alcanzó para regresar a la aldea y caer desmayado contra la tierra seca.
La noticia tardó en saberse pues los médicos y demás parientes que le cambiaban los paños fríos durante las altísimas calenturas creyeron que la historia balbuceada era un mundano delirio febril. Un antiguo sacerdote de las Escrituras que pasaba por allí pescó al vuelo un dato indiscutible de la boca burlona e ignorante de un hermano menor del joven que jugaba a representar la fantástica historia con otros niños esgrimiendo una rama. Cuando estuvo delante del testigo, guardó una distancia prudencial, lo miró a los ojos que parecían jadear junto con los labios gruesos y cuarteados, soasados por la fiebre. El muchacho comenzó a contar la historia por enésima vez de manera automática, acaso para olvidarla. El sacerdote levantó las vendas sanguinolentas con la punta de su shofal y al juntar el relato con las heridas la terrible epifanía le llevó la mano a la boca y huyó de ahí.
Luego, realizar un par de llamadas por cobrar al exterior, oficializar el hallazgo de la Tierra Original a manos de un arqueólogo alemán, Otto S., y un taxidermista norteamericano, James V., y la llegada de la prensa internacional fue, o así pareció, un mismo único acto.
Desde arriba no se ve, confesó sumamente frustrado un reportero de la CNN al bajar del helicóptero.
La mañana del sábado llegó Spielberg en su jet privado, quien aludiendo a su linaje más que directo con los Primeros Pobladores mantuvo una reunión secreta con el arcángel Uriel, encargado de la administración del predio. Éste le autorizó la filmación de Indiana Jones y el Paraíso perdido y los derechos de explotación de las inexpugnables murallas protectoras de la tierra perfecta que al poco tiempo se vistieron de anuncios estáticos de Nike, Microsoft, Movistar, Banco Santander Río y Garbarino.
En menos de un mes, hábil como la serpiente, si le das la mano te agarra el codo, consiguió la venia para organizar visitas turísticas en las 4x4 que le sobraron de Jurassic Park, cobrando de a billones el ticket de paseo por 15 minutos. El resto de los mortales hubo de conformarse con algunas fotos borrosas del Gran Parque.
Hasta que -siempre hay un hasta que, cuál es la gracia sino- un lunes temprano no cesaban de llegar en cientos de camiones charter pagados por un gobierno sudamericano miles de votantes choripán y tetra que instalaron con precisión quirúrgica un piquete a las puertas del Edén custodiado por el ahora confundidísimo ángel de la espada flamígera.
Por aquí no pasa nadie más, informó con un megáfono un líder piquetero y un cordón de temibles militantes cortó el paso al Huerto Esencial.
El ingreso debe ser libre y gratuito, dice un veinteañero muy avejentado.
Reclamamos comer del árbol del conocimiento, dijo adueñándose del micrófono y señalando a las cámaras una mujer con menos dientes, Sí, queremos saber, Qué cosa quieren saber, le preguntó un periodista, Queremos saber y punto.
Gorilas garcas, devuelvan el Edén
y hagamos viviendas dignas en él.
Exijimos la amnistía para Satanás y a sus aliados por obediencia debida.
Perón y Eva fueron los primeros trabajadores y nosotros sus descendientes directos.
Perón, Perón, qué grande sos.
Evita dignifica.
Perón, Eva y su hijo espiritual, Moyano.
Queremos volver al Paraíso, es nuestra casa por herencia y fuimos desalojados de ella injustamente por el dios de los burgueses, protestaba otro al tiempo que un grupo de rostros ocultos tras pañuelos blancos de la paz, gorra de basquet, palos, bombos y cánticos monosilábicos, incendiaba una montaña de neumáticos que tiznaron de hollín la purísima túnica angelical. Visiblemente irritado, el querubín se disponía a anonadar a los manifestantes de un sablazo cuando de arriba le llegó la orden de no reprimir, lo cual aprovechó otro grupo de cortapasos al pedirle con un guiño, Compañero, préndame el fueguito para hacer unos choris, Quiere un trago, le ofreció vinardo otro para justificar el trueque. Algunos dicen que el ángel aceptó.
La esperanza es lo último que se pierde, pagamos una fortuna para estar aquí, responde al reportero un copto entreabriendo la ventanilla de la combi, Andá a buscar agua para el mate, se filtra por detrás de cámara.
Aunque el viernes habrían llegado a un acuerdo con el arcángel administrador, el sábado, que es el día que no se trabaja en el Edén, volvieron a cortar el acceso al Portal.
Han pasado varios meses y todavía hoy se extienden bajo el ardiente sol africano interminables filas de autos paralizados esperando que se levante el piquete.
Una cosa hay que destacar: nadie toca bocina.
Estos gringos…
27/12/09
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1 comentarios:
Ah, entiendo, el paraíso es un campo sembrado de soja Roundup Ready, custodiado por Alfredo de Angeli y su hueste campestre.
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