4/8/08

Ley literaria


Él trabaja en una dependencia del Estado y es subjefe de un sector de la superintendencia de planificación de nosesabequé. Hace un mes, por primera vez, a 20 metros de donde se baja del trasporte público, caminando por Suipacha al 100, a tres calles de su oficina, se detuvo frente a la vidriera de una armería. Sin saber por qué entró y se compró una pistola, una 45.
Un típico clase media de los de antes con esposa, delantal a cuadros, pañuelo en la cabeza, ruleros debajo, lustraspiradora en la diestra y telenovela de 14 a 16, dos hijos en edad escolar y un modesto cuatro ruedas (sin aire acondicionado) que sacó por sorteo (no licitación) a principios del año pasado y con el cual viajaron la primera quincena de marzo a Claromecó.
Salvo como ya se dijo en la vacaciones, el rodado (amortizable en 5 años según las leyes contables) permanece de lunes a viernes con traba de seguridad anclada al volante frente a la puerta de su casa. Los fines de semana el vehículo es utilizado para visitar a los suegros (sábados de 16 a 22 y domingos de 13 a 19).
A la oficina va en colectivo y lee el diario cuando consigue sentarse.
Tiene una pequeña oficina con vista al pulmón del edificio incalculable.
Un escritorio de madera de la época de Perón con tres cajones, uno de ellos con llave.
La luz fluorescente lo baña intermitentemente desde hace 25 años y afecta su capacidad visual al punto de tener que incrementar la graduación de sus lentes cada dos años.
La pistola que compró está guardada en el último cajón de su escritorio (el que tiene llave); parece que ya se hubiera olvidado de ella.
Sin embargo este lunes, para más precisión a las 8:45 abrió el cajón y la miró 13 segundos, como si quisiera verificar que aún estuviera allí, después lo cerró y continuó con sus tareas. Ese día repitió la maniobra ocho veces. El martes le dio diez vistazos a razón de uno cada 48 minutos.
Así hasta hoy viernes que no se dignó a mirarla en ningún momento.
A 5 minutos de finalizar la jornada cerró la puerta con llave.
A las 16:58 hs tenía el caño entre los dientes.
A las 17 hs los sesos le estallaron contra la pared y los biblioratos.

No importa qué se narre, si un relato plantea la posibilidad de una situación fatal ésta debe ocurrir.
Si aparece un arma debe ser usada. Aunque esté guardada en un cajón.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Necesariamente si se dan los elementos para una fatalidad se tiene que presentar?

Podría haber uno con tendencias suicidas que coleccionara cuchillos, tuviera 5 escopetas de caza, 17 metros de soga, un banquito y una viga, y sin embargo, que quiera morir pisado por un camión rojo en una ruta.

¿Por qué no? :P

Anónimo dijo...

Estimado Burgues,
Usted no me conoce, soy la asistenta del Profesor Weissenstein. Quiero informarle a usted que el Profesor ha sufrido un grande depresion. El motivo fue su viaje al sur. El alegro mucho cuando usted le pidio cuidar la blog. Me dijo: "esto demuestra la confianza que el Burgues me tiene". Pero luego supo que con usted viajo el arquitecto y entonces el Profesor tuvo la surmenage. Desde entonces come casi nada y esta siempre raro. Habla solo y yo no comprendo que el dice. Se ausenta por largo tiempo y no dice donde esta. Creo importante que usted sabiera por que el no escribe mas a usted. Los psiquiatras dicen que el esta mejor y que pronto va a escribir nuevamente.

Saludo a usted atentamente,

Walburga Muffel

El Burgués Apóstata dijo...

transmu, en tu ejemplo la fatalidad está en marcha desde que planteás el argumento.
yo me refiero a aquellas narraciones donde se mencionan, por ejemplo, pistolas en cajones de escritorio que nunca son sacadas, un personaje oscuro que nunca interviene o desaparece de la historia sin resolución.

El Burgués Apóstata dijo...

estimada walburga,
por favor trasmítale mis recuerdos al herr professor.
dígale que este impío lugar lo extraña y que cuando él venga a la argentina lo voy a llevar a dar un paseo por el rosedal.
ahora hay una zona roja nueva donde se dan cita travestis que son del gusto del herr porfessor.
mientras tanto, entre pastilla y pastilla, walburga, estimada y desconocida amiga, hágale un petelichen al herr professor.

Anónimo dijo...

Estimado BA
Lei con interes y cierta consternacion las lineas de Walburga Muffel, de quien yo desconocia su existencia. Weissenstein tiene asistenta? De donde la saco? En que lo asiste? Con que le paga? Le paga?
Huelo mas bien a una reencarnacion metamorfica de Clara Ramadori y espero lo peor, por fatal y triste que fuere.
Mis respetos,
Il Conde Mascetti

Anónimo dijo...

Nein, nein herr burgés, no sea tan terminante. Coincido en que si hay un arma ésta debe ser protagonista, lo cual no necesariamente signifique que deba ser utilizad, ¿y si, por ejemplo, el individuo en cuestión la mira, la saca del cajón y en definitiva no la usa?
OK, Ud. me dirá que en sea así en mi cuento y no en el suyo y, la verdad, tendrá razón......escribí al reverendo gas pero me gustó, no lo borro.

Anónimo dijo...

Fräulein Walburga,

mándele mis saludos a Herrn Professor Weissenstein, que no se deprima y que recuerde que no hay pastillitas sanadoras (exceptuando las azules y las fisherman friend), y debe afrontar sus sentimientos con optimismo proactivo, o si quiere con soma también.

Lo saluda,

l'architteto

El Burgués Apóstata dijo...

glover tufí memé.
el revólver no tiene por qué ser protagonista, pero si se lo muestra (como arma, no como adorno)en un relato literario DEBE SER USADO.

A ver si soy más claro: en un relato literario no se debe llamar la atención al lector sobre cosas, personajes, hechos, etc., que después no gravitan en la historia.

Nuestras vidas están repletas de hechos triviales e irrelevantes.
La lietratura debe prescindir de ellos si no le van a servir para algo.
Para qué coños habría de comprar 2 litros de color rojo si voy a pintar un cuadro sólo con pintura negra.

Espero que me entiendandnandnendnenednndndpnqpdcnqw edi `roif23rgj3`rigjm2`rtjk2`nmrogj3´riogjm2`4rgtj3mekcgjvertgn3ñb 4-5k""""@@@@@@@@****!!!!!

Anónimo dijo...

...o podría utilizarse como recurso literario, mas no necesariamente debe implicar una fatalidad.

De hecho, podría ser que en tu ejemplo, a las 16:59 llama su amante burocrática, y le dice que vaya para la casa.

El hombre deja el arma en la gaveta, y piensa "cuando saque el permiso para portar armas me mato".

Y terminar así.

O en el ejemplo que te puse, que todo indique al final que encuentra un camión de la Coca-cola, y se siente en la carretera, pero el camión lo ve y frene, y el tipo suicida se va feliz de la vida de que por lo menos lo intentó.

Yo que se, me suena que limitar los recursos, las posibilidades que da la escritura en meros clichés literarios no tiene gracia. No nacería nada nuevo, ni los puntos de vista serían interesantes si ya sabemos el final del cuento por lo predecibles de que si aparece un arma necesariamente será utilizada.

Vite como é.

Anónima peleadora, juassss

El Burgués Apóstata dijo...

transmu,

hasme tacleado los tobillos de arcilla de mi indecente pedestal de bronce al denunciar mi falta de claridad y autoritarismo invouluntario.
gracias por recordarme la humildad.

si hay un lugar donde no deben existir reglas, ese es la literatura.

pero volviendo a lo que quise decir desde un principio: no tiene sentido llamar la atención del lector al pedo.
en mi texto el uso de la pistola es doble: es personaje y determina el curso del relato, quise ser suficientemente obvio (aunque parece fracasé).
si el tipo hubiera comprado la pistola para luego dejarla en un cajón olvidada para lo que queda de relato (no solo por el personaje sino por el narrador) y dejarla olvidada significa que la historia se va por otro lado, el escritor hizo un movimiento inútil.

en tu ejemplo la muerte acecha por todos lados, no importa que no se mate con lo más obvio, o aún, que no se mate: las armas, la soga, el banquito, el camión en la ruta y el intento de suicidio están siendo utilizados por el narrador, posibilidades ciertas de fatalidad (de factum=hecho, ya parezco marianito grondona, jepuaj).

y en la literatura siempre debe pasar algo.

antes de que digas pero: el desierto de los tártaros, de dino buzzati, genial novela donde superficialmente no pasa nada, sin embargo, la tensión del relato se nutre del entorno desértico, la fortaleza, las fantasmagorías, la vida derrochada en un puesto de vigilancia esperando un ataque que nunca ocurrirá, el tiempo como pistola que mata a todos a pesar de estar todos armados.

esta mal llamada "ley literaria" está muy emparentada con el critero deus ex macchina, sobre el cual ya hablé en un post pasado.

de este modo, doy por inconcluso el debate.

becho pa vó.