Otra copa, le dijo al cantinero, Ya van demasiadas, qué le parece si le sirvo la última, me paga, le pido un taxi y merito se va para el hotel, usted no es de por aquí, Estoy de festejo, hoy cerré el negocio de mi vida, dame la botella entera, cuánto es, tomá y tomá esto también, quedate con el cambio.
De pronto un perfume barato le cruzó la nariz, Déjalo celebrar al señor que yo mismita lo cuidaré, verdad que sí, Hola, hola, decime que te llamás Lola, Hoy me puedo llamar como quieras, de dónde eres, De Buenos Aires, Fíjate que mi mami también, No me digas, y cómo viniste a parar aquí, Pues es una historia muy larga, Naciste aquí, Pues sí, soy mexicana mexicana, bueno y algo argentina también, Sos linda piba, eh, Ay, bueno, ya, ya, pues saque la manito que todavía no sé su nombre, Manuel, Qué divertido, Qué tiene de divertido, No sé, De qué te reís, No sé, los argentinos me causan gracia, Ah sí, Págame un Dry Martini, Mozo, un Dry Martini, Estás ebrio, Qué te hace pensar eso, Que te estás tirando el whisky encima y no te das cuenta, Puta madre, No hay problema, ya se evaporará, ey, güey, la manito, que la saques nomás, Dale, no te hagás la estrecha, si no llevás bombacha, putita, Es que aquí no, cómo se te ocurre, además, Además qué, Que tienes una mirada muy fuerte y me asustas, Y cómo carajo querés que te mire, Es que también me tocaste dos veces sin permiso y quiero un regalito por eso, Qué, no es por amor, entonces, Pues, Cuánto querés.
Entre el viento fresco que entraba por la ventanilla del taxi y el frenético manoseo a que la sometía mientras la besaba se le fue despejando el alcohol de la cabeza. Subieron a la habitación sobándose en el ascensor. La empujó sobre la cama y le arrancó la ropa. Recorrió su cuerpo con la boca y a medida que la descubría más le gustaba. Ella tenía pensado fingir, los viejos no le gustaban, pero el dinero era bueno y el modo en que le hundía los dedos y la fuerza de su lengua la excitaron cada vez más. Cuando la penetró casi perdió el conocimiento, y eso que no fue por el tamaño: se había cargado más grandes y gruesos en varias ocasiones ya, ella que tan acostumbrada estaba a estas cosas, a pesar de sus 19 años. Qué diría su difunta madre que no había pensado ese futuro para su hija, no señor, hacer semejante viaje para nada. Huir por tan poco. Por suerte desde el fondo del bolso colgado en la silla al lado de la cama, su foto en la billetera no podía verla fornicar como el diablo.
Cuando despuntaba la mañana cayeron exhaustos cubiertos de puntos de sudor.
A las 8 sonó el teléfono, Diga, ah, sí, gracias.
Se levantó con una resaca que le partía la cabeza pero tenía que estar en la reunión final a las 9:30.
La miró dormir como un bebé, la arropó con la sábana y comenzó a prepararse.
Pensó en despertarla pero le dio pena, dejarla quedarse un rato más no era dramático, estaba todo pago.
Mientras se tomaba un Alka-Seltzer sacó dos billetes de 100 dólares del pantalón, le abrió el bolso y buscó su billetera.
Al acomodarle el dinero se encontró con la foto.
Reconocerla y vomitar sucedieron al mismo tiempo.
Estaba tal cual, con esos ojos soñadores, como la abandonara hace 19 años, embarazada.
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27/5/09
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1 comentarios:
La duda eterna de Mastroianni mientras se la empomaba a la Kinski...
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