7/10/08
Crónica del Verbo
Desde que recuerdo oía voces en mi cabeza. Mis padres me miraban con temor cuando jugaba a dibujar cosas extrañas en la tierra mientras hablaba con lo invisible. También hacía desaparecer cosas pequeñas. Ellos tenían la esperanza de que olvidara estas iniquidades el día que tuviera que ir a la escuela con los demás. Pero un día caluroso un anciano desconocido se presentó en casa diciendo que yo debía tener una educación diferente, y así, sin objeciones paternas ni llantos de despedida me llevó con él.
Caminamos en silencio durante varios días por el desierto hasta que llegamos a un perfumado vergel que tenía un templo modesto en su centro. Allí conocí a otros como yo de más menos mi misma edad: en pequeños grupos o solos ejercitaban movimientos y enunciados; recibían instrucciones de otros maestros; algunos no eran siquiera de estas tierras y su lengua, aunque desconocida para mí, podía comprenderla perfectamente.
Me enseñaron muchas cosas, pero lo que más me divertía era la realización de prodigios, aunque debo confesar que nunca me salían bien: el agua la convertía en sangre, en vez de vino; la multiplicación de panes y peces daba por lo general un resultado monstruoso; y al intentar caminar sobre el agua ésta quedaba impura por varios días. Los maestros me miraban de costado mientras dialogaban preocupados entre sí. Algo estaba mal. Yo no era como el nazareno aquél que tanto se me parecía físicamente: a él todo le salía de maravillas y enunciaba hasta enamorarnos. Mis voces me atormentaban. Un día el viejo maestro me dijo, Tienes que dominar las voces en tu cabeza hasta que te vuelvas la Voz; solo así podrás dominar la realidad, liberar a tu pueblo y vencer a la muerte.
Años más tarde dejaría la escuela y a mis maestros con la decepción del fracaso. Sin embargo, gracias a mi elocuencia y habilidad para hacer desaparecer cosas pequeñas tuve un modesto rebaño de seguidores del cual viví cómodamente casi a la par del fantástico nazareno. Pero a él nadie lo entendía y eso lo enfurecía y lo violentaba con su prójimo. Yo había ido a su cueva para consultarle sobre un prodigio que no lograba realizar (y que antes me salía sin problemas) la noche que el Sanedrín lo mandó a capturar, pero él y sus discípulos ya se habían marchado. Fue entonces que los soldados me confundieron con él.
Ya me han golpeado hasta desfigurarme, me han atravesado con clavos para fijarme a una cruz; no pude siquiera defenderme, no me creyeron. Finalmente las voces en mi cabeza se silenciaron. Tres días más tarde resucité. El resto de la historia ya es conocida por todos.
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4 comentarios:
Jajaja, ¿seguís con las cronológicas religiosas?.
Estoy medio perdida, esto de ponerme al día con Bleach hace que no lea mucho, jejeje.
Salutes,
en realidad estoy haciendo lo que ud me enseñó (y que mi amigo mola desdeña): publico posts programados de textos que ya escribí hace tiempo y que forman parte del futuro libro "cuentos burgueses y apóstatas" que algún día se venderá en las librerías mejor que jarri poster.
la verdad es que no ando con la cabeza muy fresca últimamente...
qué es bleach?
A mi me está atacando el bicho de que no termino nada de lo que empiezo. Es un problema, tengo como 20 cuentos inconclusos.
Bleach es un anime (dibujito japonés), que tiene como 189 capítulos, y hasta el momento he visto 54.
Supongo que hay que forzarla un poco a la escritura hasta que salga naturalmente, ¿no?.Voy a ver si termino por lo menos uno de los cuentos :S
Besotes,
(PD: ¿Te llegó mi mail?)
dear t,
es mejor tener 20 inacabados que la obra póstuma jamás empezada.
a mi me gusta el manga hentai.
forzar la escritura hasta que salga naturalmente... sería bueno que hubiera algún laxante literario.
al fin y al cabo para blanchot la escritura era comparable a la mierda. allá él y su anonadamiento del autor en la obra.
anonadamiento... palabra escatológica, eufemismo de bidet.
sí recibí tu mail y tu benévola crítica a mi tema musical.
estoy medio pajín para contestar.
ud sabrá disculpar.
beso
u r always welcomed
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