18/3/09

El sacrificio


Ella lo miraba en un ensueño de vapor de azufre. Él la sostenía en sus brazos, la piel blanca, casi enferma, los ojos inyectados. Por fin quiere amarla, pero otra vez la hambruna eterna le transforma la boca en una trampa feroz sobre el cuello frágil. Amaneció y la luz lo ha emboscado (o él hizo caso omiso).
Se desangra en su sombra. La maldición ha terminado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una forma de decir que es un vampiro sin decir explícitamente que es un vampiro...o un político, je.

El Burgués Apóstata dijo...

dear t, los políticos no aman.