Tuve un sueño fiero anoche.
Soñé que me iba morir.
No sé que síntoma de malestar tenía, algo parecido a la náusea pero también angustiosa. O la angustia de saber que me iba a morir me daba náuseas. Nunca supe qué había sido primero.
Sabía que me iba a morir ese mismo día, en cualquier momento.
Y me maldije por todas las veces que lucré a la ligera con la muerte en mis textos y mis dichos.
Sabía que me iba a morir, era inminente.
El miedo que me dio se convirtió en mi peor espanto.
No me sentía tan mal. La náusea angustiosa era molesta pero no era como para morirse.
Lo único intolerable era la idea de morir. Y pronto.
Creo que sentí lo que un condenado a muerte minutos antes de su ejecución.
Tenía una vaguísima esperanza de cruzar el umbral y aparecer de nuevo en otro mundo (mejor).
Pero durante toda la pesadilla estaba casi seguro de que una vez muerto, todo -inclusive yo- desaparecería en la nada, en el dormir sin soñar.
Pero por suerte desperté.
Eso creo.
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