La luna se filtraba por entre las ramas altas hasta el suelo derramando un claroscuro lechoso y denso que se fundía con el insoportable calor alterado de insectos. Inmune a todo esto, la piel negra de Kalabi, jefe de los Amartú, tribu del centro del Amazonas y aún desconocida por el hombre que se hace llamar civilizado, espera a su futura esposa de pie sobre la piedra ritual. Vestido de barro, corona su cabeza la quijada de un jaguar cuya piel cae elegantemente sobre su espalda.
Ella ya ha sido dejada por sus padres al borde de la zona nupcial y prosigue su marcha en soledad. Él la presiente a medida que el ramerío se agita y se quiebra. La cercanía de Meko lo excita haciéndolo aullar. Ella finalmente lo ve y se detiene frente a él. Tiene miedo pero no piensa por qué. Está tensa como el animal que sabe que será presa de un momento a otro. Kalabi se aquieta y adopta la postura de jefe. Estira su brazo y enrosca su mano en el cabello de Meko. De un tirón brutal la trae hacia sí y sumerge su boca en la de ella con fruición. Paralizada, siente que los otros dedos de Kalabi le abren la mandíbula como a un mango maduro y que su lengua es succionada hasta toparse con los filosos dientes tallados de él. Sabe ella que ahora debe cerrar los ojos y entregarse, así es el milenario ritual.
Kalabi, con los ojos amarillos y las pupilas verticales hunde sus dientes en la tierna lengua de Meko y saborea la sangre que brota y les chorrea por las comisuras. Lucha unos segundos hasta que logra arrancarle la lengua de cuajo. Mientras ella convulsiona lanza un grito sordo.
Despreocupado, él la deja caer desmayada: debe ocuparse de masticar y tragar el singular regalo de bodas.
Luego, él la arrastra por los cabellos hasta su choza. Allí le llenará la boca con un preparado de hierbas que detendrá la hemorragia, y a continuación, la fornicará selváticamente hasta saciarse. Si logra sobrevivir al violento acto nupcial, ella lo mirará fijo a los ojos y parpadeará tres veces.
Recién entonces, él se levantará e irá por un sendero secreto hasta un poblado sin nombre cerca de Coari y beberá cerveza hasta el amanecer.
El jefe de la tribu caníbal Amartú efectúa el rito de deslenguar a su esposa en la noche de bodas para que nunca divulgue secretos entre las demás mujeres, y ponga, de este modo, su poder en peligro.
Como vemos, estas costumbres son muy diferentes a las nuestras, pero a la hora de pagar lo hacen con Visa.
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