12/4/08
La vida es juego
Luego de 25 años, el hijo bastardo del rey logró escapar con sospechosa facilidad del calabozo en la torre de Nordhaven para reclamar su derecho al trono.
Podría haber sido presa fácil de los guardias; ver la luz del día por primera vez después de nacer lo mantuvo ciego un largo rato. Su ambular errático, casi tonto, hubiera sido alcanzado por la flecha más inexperta. Sin embargo, nadie -ni el sacerdote ni la caballería- salió a detenerlo.
Cuando logró atravesar el bosque y aquietarse se encontró con un puente que debía ser el de Knightsborough, de acuerdo con los relatos del viejo y para entonces difunto Sir Lachlan, vecino de celda durante sus primeros años de vida, confinado por conspirador y después ahorcado por revelarle su nobleza e historia al muchacho.
El humo de una reciente batalla mortificaba las calles vacías de la ciudad, lamentos invisibles, el blanco invierno salpicado de sangre en las orillas del camino, algún desjinetado galopando por las encrucijadas como fantasma. Era evidente que la muerte ya había hecho su comercio y se habría marchado a otra guerra.
El joven bastardo no tardó en llegar al castillo real.
A estas alturas no le sorprendió que nadie saliera a recibirlo o apresarlo.
Avanzó por los nobles mármoles claroscuros, las largas mesa tumbadas, las cortinas caídas a los costados y al final el trono.
Vacío, suyo por fin.
Acarició los terciopelos, la armadura de oro y no pudo evitar emocionarse.
Un viento helado irrumpió en el salón invitándolo a salir al jardín.
Allí, sobre una mesa, encontró una inconclusa partida de ajedrez, nevada hasta que casi no era posible distinguir el ébano del marfil.
Observó un largo rato y recordó sus eternas partidas demediadas con sir Lachlan.
Toda vez que una partida de ajedrez comienza, le reprochaba, debe terminarse, no importa cuándo, es harto peligroso, no me vengas con que tienes sueño, niño, el mundo es demasiado frágil para soportar la tensión colosal que mantienen entre sí cada una de sus piezas si el nudo no es finalmente resuelto.
Hagen tomó el peón y dio mate al rey.
Un silbido y su cabeza rodó por el suelo, limpia, desatada.
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7 comentarios:
El clásico suicidio magnicidio...
dónde hay suicidio?
Se hace jaque mate a si mismo.
creo que él no fue conciente del peligro que implicaba finalizar la partida.
el relato es una imposible partida de ajedrez sin piezas, o de una única pieza.
hagen es el peón coronado al llegar al lado opuesto del tablero, sin embargo, ya no hay reino que reinar.
la decapitación puede ser un equívoco o justicia del destino, según de qué lado del tablero se lo mire.
esa es mi lectura, por cierto, para nada definitiva.
Usted dice: "para reclamar su derecho al trono" y "vacío, suyo por fin"; lo cual concuerda con nuestros archivos familiares, es decir Hagen, en casa le decimos Edy por la similitud de su historia con la de Edipo, lo que quiere es cagarle el trono al padre. Y efectivamente lo obtiene, pareciera que por abandondo del contrincante, hasta que mueve el peón y le hace jaque mate al rey, el mismo, ya que no hay nadie y el reino es suyo. A causa de la movida, es decapitado. No debe haber nada peor para un rey ser jaqueado por un mísero peón, la plebe, esa chusma (Quico dixit) usurpando el poder que Dios le concedió.
Otra cosilla, clérigo es un individuo, el conjunto de chupacirios se denomina clero.
Estimada/o nina,
Interesante lectura.
Respecto de la corrección, es lo que lee: es clérigo, en tanto había solo un cura en la torre de Knightsborough, para qué más de uno en ese lugar? en cambio, la caballería, sí.
Supongo que sería una obviedad decirle que los alfiles son obispos, representan al clero.
Que en el ajedrez haya dos alfiles no debería extrañar: ningún organismo tiene un único discurso, en este caso habrá curas de derecha e izquierda.
hagen,
me alegra que critique mis textos. por favor, no deje de hacerlo.
la observación que realizó me hizo pensar en cambiar el término clérigo por sacerdote que suena mejor.
lo cual voy a hacer de inmediato.
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