20/11/07

El austriaco más famoso


Este fin de semana, como todos los últimos años, se celebró en la plaza de Martínez la fiesta de las colectividades. Allí, cada país ofrece a la venta sus platos típicos y el domingo por la tarde bailan danzas típicas.
Hasta aquí, un remedo de artículo periodístico común y corriente.
Mi ojo que todo lo echa a perder registró lo siguiente:

1. Precios populares
Todos los platos (modestos) salían entre 7 y 9 mangos. Precios populares para gente como uno. Y bueno, beibi, eshtásh en Martínesh. Las gaseosas, 2 y 3 maravedíes. La cerveza, entre 4 y 9 óbolos, según el tamaño del vasito y el rostro del bebiente.

2. Plato típico más consumido
Shawarma, de origen árabe.
Se lo encontraba en los puestos de: Siria, Nigeria, República Dominicana, México (llamado burrito)

3. Productos regionales más originales
Senegal: dirigidos por unos morochos más negros que la noche, vendían relojes de Taiwan.

4. Tragos buenos y malos
Buenos: chevecha artesanal, cara pero rica, che.
Malos: Mojito preparado por una corpulenta negra en el stand de Cuba. Feo pero feo, eh.

5. Mejor plato
En el puesto de la India, un arroz con cerdo (vaca no, nene), vegetales y picante de verdad, iupi, iupi. Además me dijo cómo hacer un buen curry picante, secreto que me llevaré a la tumba.

6. Tensiones culturales registradas
En la esquina, el stand de Siria con un miembro de Al Qaeda fileteando el shawarma que tenía un ojo puesto en la espada con carne y el otro en el stand de Israel. Los puestos de Alemania -había tres- que rodeaban al de Israel para que no se escapen. Mientras, los tanos con cara de yo no fui vendían a $4 sanguchitos de jamón (paninno con prosciutto di Parma, il vero, ¿si?)
Lo malo del stand de Israel era que cuando quise ir a comprar falafel, sha no había más, oy, oy, oy, si querés te traigo humus. Y qué hacía yo sólo con el humus, yo lo quería con falafel. A cambio y con decepción, me llevé unos kinches de papa, fríos, oy, oy.
Las armas de todos estaban bajo las mesas.

7. El austriaco más famoso
Al llegar al stand de Austria intercambié unos iódele iodelé hi hu con mis connacionales, compré unas galletas con comino (a mí sí me importan), nos reímos, ja ja jo, y miré hacia abajo donde había un afiche con fotos que decían ser los austriacos más famosos, a saber: Nikki Lauda, Mozart (¿no era alemán?), Schwartzenegger, Romi Schneider, yo no estaba, otros que no me acuerdo y..., faltaba uno. Menos mal, aunque ganas de ponerlo no les debe de haber faltado.

8. La danza tirolesa y mi reflexión final
Al llegar el turno de los tiroleses, los representantes, vestidos con sus Lederhosen, medias altas, camisa blanca y sombrerito verde con pluma bamboleante, se entregaron eufóricos a la música, una especie de cumbia villera de los alpes plagada de iódeles. Ho, ho, ho, qué danza más feliz, casi infantil. El clásico baile de cortejo (el baile no es otra cosa), la búsqueda de la pareja para preservar la especie, que con vos sí, con vos no, las muchachas corrían en círculos, rápido pero no tanto, debían dejarse atrapar por uno de los blondos barrigones. Luego los machos realizaron unas acrobacias absurdas (salto rango y mida) y la gente sonreía y aplaudía. Pero yo pensaba... haciendo estos bailecitos ridículos, inofensivos, pueriles, arios, exterminaron 6 millones de personas.
Se me chispoteó, diría el Chavo...

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