2/11/07

santi amici


Íbamos los amici en el auto de Mascetti (me estoy reconciliando con las mayúsculas) con destino a aquel encuentro gastronómico de camaradería en Belgrano R.
Semáforo. En el auto de al lado, una fémina en la plenitud de la vida (más de 40?, cuándo es?), ensimismada, atractiva (no para mí, tengo estándares muy altos), bronceado de cama solar, maquillada, recién salida de la peluquería, parecía.
Nos mira (somos irresistibles), la saludamos, se ríe.
Melandri, que no oye bien, le debe haber hecho una de esas muecas estúpidas. Se ríe más. Mascetti le dice, Mi reina, si no hubiera estado con estos tres..., ella con un gesto apesadumbrado, alza el anular y muestra la alianza con Dios y un hombre. Yo le digo (algo antiquísimo), Que uno esté a dieta no significa que no se pueda leer el menú. Ella levanta las cejas aprobando y vuelve a reirse (mi amigo Forni diría que tiene problemas en las encías), verde, el tránsito se mueve y ella se perdió en la esquina.

Hemos hecho un acto de bien.
Sí, va a llegar a casa con la autoestima a full.
Deberían canonizarnos.
Sí, esta noche, cuando el marido le haga cucharita le va a decir con ese orgullo malicioso, así que hoy querés, já, esta noche la que no quiere soy yo, le dará la espalda, juntará las rodillas y se dormirá con una gran sonrisa.
Y algo de humedad.
También.

1 comentarios:

Mr. Arturi dijo...

Un ejemplo de caballerosidad. Nada de lenguaje obsceno, ni gestual ni del otro, y dejaron a una dama satisfecha sin tener que apelar a atributos naturales. Genial