Es así.
Sin vueltas.
Al contrario que los animales (mi perro no lo hace), luego de realizar una deposición todos miramos lo que hemos dejado salir de nuestro cuerpo.
La pregunta es por qué.
Elemental, al mirar constatamos que su textura no contenga nada raro, que su color no difiera del clásico marrón oscuro, nos indica nuestro estado de salud. También corroboramos que lo que nos parecía un interminable tren de carga o un pequeño canto rodado haya tenido su correlato en la realidad.
Pero por sobre todas las cosas, nos da el ser, nos constituye como sujetos.
Si eso salió de mí, entonces existo (dicen que Descartes obtuvo su iluminación sobre la cual elaboró su filosofía idealista en un retrete, y aunque no está confirmado se dice que la frase "excreto ergo
sum" es previa al célebre "
cogito ergo
sum").
Para demostrar mi tesis y finalizar este post escatológico me remitiré al venerado filme "
Amici miei,
atto 2", donde el viejo y despiadado usurero que perseguía al conde
Mascetti sufre de una de las tantas bromas del quinteto irreverente. Sucedió que estando de vuelta en auto, el usurero les dice a los
amici que,
Voglio cagare.
Apean el auto en la ruta y el viejo va a hacer su producto en medio del bosque.
Necchi encuentra una fortuita pala larga y escondido entre los arbustos le roba la
cacona. La víctima al realizar la clásica mirada atrás enloquece al descubrir el horrible e
insoportable vacío. Su Yo se fracturó
ipsofacto, y les decía, Cómo es posible, yo sentí que hice y era grande, yo lo sentí, pero cuando quise mirarlo no había nada.
El
dottore Sassaroli le contesta desde su excelencia médica que es un clásico y
gravísimo síndrome (no recuerdo el nombre, lástima) con el cual uno siente hacer caca pero en
realidad "non se fa
niente" y que es preciso operarlo urgentemente.
Así, gracias al inexistente síndrome
et soret, el usurero es intervenido
quirúrgicamente (otra farsa memorable) a cambio de la condonación de la deuda del conde
Mascetti.
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