Entre el irracional e ideológico creacionismo y la renga pero metódica y a veces sincera ciencia hay un imposible: afirmar la existencia de un primer hombre.
El razonamiento empleado es el siguiente:
Un ser humano es el resultado de ser concebido por otro ser humano.
Es decir, una determinada clase de seres solo puede ser engendrada por la misma especie.
Buscar el primero de la serie es inútil, ¿quién y/o qué lo engendró?, necesariamente, el padre/madre debieron ser distintos del hijo, y esto ya es una contradicción.
A no puede engendrar a B, pues esencialmente son distintos.
Y aunque se hubiera autogenerado, digamos desde el hermafroditismo, ¿quién generó al hermafrodita primero?
En su libro La evolución de las especies, Ch. Darwin no hace mención en ningún momento sobre el origen del hombre -el primer hombre-, sino de su evolución.
Esto quiere decir que aunque el hombre primitivo haya sido diferente en aspecto y habilidades de un hombre del siglo XXI, esencialmente, ese hombre primitivo era un hombre. Lo que engendró a ese imposible primer hombre no pudo haber sido humano en absoluto. Ser esencialmente parecido invalida la paternidad; si, por ejemplo, un mono se parece esencialmente a un hombre, es justamente por lo que queda fuera del parecido (nada menos que la razón y el lenguaje simbólico) lo que descarta cualquier descendencia.
¿Dónde buscamos la respuesta?
Pareciera que la religión tiene la justificación más convincente al sostener que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, pero ¿cómo puede algo superior engendrar algo inferior a sí mismo en cuanto a cualidades esenciales? La historia natural nos dice que todas las especies evolucionan, se perfeccionan, se adaptan al medio. El hombre no es la excepción y a la vez lo es debido a su carácter racional, el mismo que permite plantearse estas preguntas, el resto de la creación no es conciente de su existencia.
La ciencia continúa desenterrando cráneos con la firme esperanza de encontrar el preciado eslabón perdido, aquello que fue hombre por primera vez.
Quizás no se trate de encontrar la respuesta verdadera, sino de formular la pregunta correcta.
La cual evidentemente no podemos plantearnos siquiera.
6 comentarios:
venga, vamos, para tí cuál es la pregunta correcta?
No estoy de acuerdo con que un individuo no pueda engendrar a otro "esencialmente" distinto. Según Darwin en la historia de la evolución de las especies, podía producirse algún hecho externo o interno que provocara saltos evolutivos. Ésto podía reflejarse en cambios drásticos en, supongamos, la manera de engendrar a su prole. Lo podemos ver en el caso del ornitorrinco, que sale de un huevo y es mamífero, excepción que confirma la regla?
Pero, tenemos un ejemplo más conocido por todos nosotros: un individuo "A", llamémoslo Barbara, engendra a otro "B", George W. El "A" suponemos que es de la especie homo, más precisamente afarensis o neanderthalis, quizás, y por alguna razón que la ciencia no explicó todavía, el individuo engendrado "B" es gestado rectalmente, es decir que nació del orto, vulgarmente fue defecado. Dicho en términos más científicos, un sujeto de la especie homo engendra a un sorete del género de mierda.
Bueno, viéndolo de otra manera, quizás me estoy equivocando, la madre es de la misma especie que el hijo...
lucy, justamente, no sé cuál es la pregunta correcta. Si la supiéramos sabríamos por donde empezar a resolver el dilema primer hombre.
lucy de olduvai, estoy de acuerdo con la gestación george w.
te objeto la frase "la excepción que confirma la regla".
dicha frase se emplea comúnmente mal; la correcta es: "la excepción pone a prueba la regla. es decir, la invalida", viene del latín "exceptio probat regulam".
magister dixit.
eh, burgués, puse lo de la regulatum para que te luzcas a lo Grondona: "ego puto in orto meo".
ñac!
Creo que el asunto está en pensar en esencialismos. Si sustituimos la idea del ser por la del devenir (a esta altura, me parece que la pulseada la ha ganado Heráclito), el problema tal como lo planteás se disuelve.
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