En diversas charlas con amigos me han preguntado cómo se me ocurren los textos, cuál es el proceso de creación.
Yo creo que la gran diferencia entre un escritor y aquel que no lo es, es la observación y el interés por lo observado.
Recibimos permanentemente estímulos desde el exterior (situaciones con otras personas, objetos, naturaleza) y el interior (meditaciones, deseos, conflictos, etc.) a los que respondemos de determinado modo.
Los que no son escritores ven y olvidan, siguen su camino por la vida ocupándose de cosas realmente útiles.
El escritor (el artista en general) -o al menos en mi caso- no deja pasar por alto ninguna cosa que le llame la atención, lo descoloque y lo mueva a reflexión (una persona, una conversación propia o ajena, otro hecho artístico, una frase, una palabra, la naturaleza, lo artificial, etc.). Si se quiere, tiene una censurable actitud de voyeur.
Ah, y lo más importante: el resultado de esa reflexión se vuelve texto, es decir, se escribe.
Su éxito de lectura (que lo lean los otros) dependerá de su habilidad para manipular las herramientas (gramática, sintáxis, conocimiento de la lengua -diga AAA-) y su capacidad de organizar las ideas de manera literaria (así lo entienden el escritor y sus lectores).
Según sus ganas e inspiración dichos textos podrán tomar forma de: novela, cuento, microcuento, poesía, ensayo, diario, grafitti, cuaderno de notas, e-mail, post de blog, etc.
Resumiendo: el escritor tiene el hábito de escribir lo que piensa en clave literaria, el no-escritor no escribe.
Ahora, que ese escritor sea bueno o malo, eso es otra cosa.
Yo creo que la gran diferencia entre un escritor y aquel que no lo es, es la observación y el interés por lo observado.
Recibimos permanentemente estímulos desde el exterior (situaciones con otras personas, objetos, naturaleza) y el interior (meditaciones, deseos, conflictos, etc.) a los que respondemos de determinado modo.
Los que no son escritores ven y olvidan, siguen su camino por la vida ocupándose de cosas realmente útiles.
El escritor (el artista en general) -o al menos en mi caso- no deja pasar por alto ninguna cosa que le llame la atención, lo descoloque y lo mueva a reflexión (una persona, una conversación propia o ajena, otro hecho artístico, una frase, una palabra, la naturaleza, lo artificial, etc.). Si se quiere, tiene una censurable actitud de voyeur.
Ah, y lo más importante: el resultado de esa reflexión se vuelve texto, es decir, se escribe.
Su éxito de lectura (que lo lean los otros) dependerá de su habilidad para manipular las herramientas (gramática, sintáxis, conocimiento de la lengua -diga AAA-) y su capacidad de organizar las ideas de manera literaria (así lo entienden el escritor y sus lectores).
Según sus ganas e inspiración dichos textos podrán tomar forma de: novela, cuento, microcuento, poesía, ensayo, diario, grafitti, cuaderno de notas, e-mail, post de blog, etc.
Resumiendo: el escritor tiene el hábito de escribir lo que piensa en clave literaria, el no-escritor no escribe.
Ahora, que ese escritor sea bueno o malo, eso es otra cosa.
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