Dice el arquitecto Rambaldo Melandri del honorable Herr Professor Weissenstein:"Según el Conde Mascetti, que no esconde su interés por la heráldica y la genealogía del pedigree humano y cunicular, el Herr Proffesor se llama Igor Weissenstein, aparentemente, según dicen las malas lenguas (cunnilinguis y fellatio) un conocido impostor.
Ya hace algunos años que se fue de la Argentina, huyendo de quién sabe quién, dicen que estuvo yirando por Canada, y actualmente, según los informes de Interpol, agencia hermana de la Internacional Socialista, se encuentra escondido en Alemania, bajo protección y mecenazgo de
Siegfrido de Kaos.
Sí, sí, entendió bien, una especie de Odessa al vesre. Se sabe que desde un bunker en la llanura esteparia de Odenwald dirige continuamente sus ataques a nuestras tierras australes, mediante armas verbales de destrucción masiva, el bombardeo incesante de ideas de claro tinte reaccionario, como ser el libre comercio, el shameshá, la esclavitud controlada mediante ringtones y sms, la privatización de nuestros recursos naturales y humanos, etc.
Debo advertirle, estimado Apóstata, que el objetivo de este individuo, mediante su declamación retórica, es lobotomizarnos para expoliarnos de nuestras riquezas, y así, poder mantener su opulento y ostentoso tren (bala, of course!) de vida en la zona euro, y ni le cuento cuánto nos cuesta a cinco mangos!
Gravísimas acusaciones del arquitecto! Se quedará de lengua cruzada el Herr Professor?
Continuará...
Habrá continuará?
Habrá ...?
1 comentarios:
¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! El rencor y la envidia del Arquitecto hacia mi persona es de larga data; se remonta al momento en que logré escapar de la Colonia Dignidad en la que, a la sazón él ejercía como jefe de seguridad. Eso motivó que Schäfer dejara de tenerlo como su favorito y desde entonces el Arquitecto perdió por completo su equilibrio mental, si es que alguna vez lo tuvo. Imagínese, mi querido Burgués, que él aprendió a leer con aquel mítico texto que rezaba “…Evita me ama.” Y no porque se lo daban en la escuela –el Arquitecto no es tan viejo- ¡Por elección propia! Entienda, la confusión que este pobre hombre debe tener. Desde entonces no cesa en sus intentos por difamarme. La maledicencia del Arquitecto sin embargo no escapa a su esquizofrenia; claramente yo lucho por el mundo libre; Sigfrid y su abominable organización han sido desde siempre mis archienemigos y sus premisas se encuadran perfectamente en los lineamientos del mismísimo Arquitecto.
Para su información, le aclaro que fueron varias las razones de mi huída del país. Quizá la más acuciante fue la fatwa en mi contra decretada en conjunto por la Acción Católica y los Testigos de Jehová para forzarme a permanecer en el coro de ambas organizaciones.
Por otra parte, no crea que no me he dado cuenta de su jueguito, querido Burgués. Usted con sus lisonjas hace del policía bueno y el Arquitecto hace del policía malo. Igual continuaré mi esfuerzo por traer luz a este sitio de torcidas sombras.
Otra cosita: hasta mi casa llega el olor a podrido de los camiones parados en sus rutas. ¿Qué sucede con Usted y con el Arquitecto que no se inmutan? ¿Quizá no son ni lo suficientemente burgueses ni apóstatas para inclinar opinión alguna? Aquí brevemente la mía:
Huelgas y paros: totalmente válidos, son derechos esenciales en una democracia.
Cortes de rutas y piquetes: Inaceptables desde ningún punto de vista.
Atte.
Prof. Weissenstein
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